CRÓNICA. “Un perro no es solo una mascota, esta pequeña criatura se convierte en un miembro más de la familia, pues siempre está dispuesto a prestarnos su compañía y cariño. Por eso, si esta pequeña criatura llegara a fallecer, sus restos deben ser tratados como se lo merecen”, así lo afirma Natalia Botero, propietaria de Tobby, un tierno perro que la acompaña desde hace 4 años.
La pérdida de una mascota es similar a la de un familiar, pues el duelo es equivalente ya que su ausencia se hace insoportable. “La idea de poder darles a los peludos un descansocristiano es una idea muy atractiva, pensar que su alma va ir al cielo y vas a tener un lugar dónde visitarlo como hacemos con cualquier familiar no tiene precio”, destaca Natalia, sin desear que por ahora le suceda.
En Bogotá existen cerca de 5 funerarias dedicadas exclusivamente al sepelio de mascotas, que aunque han sido las intermediarias de este servicio desde hace varios años, aún es un tema desconocido entre la sociedad, quienes pueden preguntarse qué hacer en caso de que su mascota se vaya al más allá. La basura, los patios de las casas o los parques cercanos son la primera opción en la que se llegaría a pensar, pero sepultar las mascotas en cementerios especializados para ello es la más digna solución.
EL NUEVO SIGLO conversó con Connie Cortés, funcionaria de Funeravet, entidad pionera de esta actividad en el país que este año cumple 15 años y quien aseguró que este servicio ha ido trascendiendo, por lo que ahora cuentan con su propio cementerio y horno crematorio certificados, éste último tomando mayor auge entre los dolientes.
“El horno que teníamos disponible anteriormente no era nuestro, eso nos hace diferentes con las demás funerarias porque el propietario puede ver cuando ingresa su mascota al horno, entonces le estamos garantizando que se trata de ella”, afirmó.
Por su parte, Henry Cortés, médico veterinario y director de Funeravit aseguró que “la CAR nos rige y estamos certificados por Icontec, somos la única funeraria certificada a nivel nacional, todo está certificado, tanto el cementerio como el horno porque cumplen con todas las normas legales, ambientales y sanitarias, sus amos pueden acompañarlos y esperar entre una o dos horas para llevarse las cenizas de su animalito, o en si lo prefieren, regresar por él a los 2 días”, destaca.
Campo santo o cremación
Al igual que los servicios que se toman en humanos, los de dicha funeraria ofrecen la posibilidad de dejar por 5 años a la mascota o sencillamente cremarla en una sede ubicada en Funza, de manera individual o colectiva, con precios que oscilan entre los $130 mil y los $800 mil, según el servicio y el peso del fallecido. “En el momento que la mascota fallece, la persona busca nuestros servicios, nosotros les ofrecemos 3 tipos de opciones, hay 2 de cremación y uno de cementerio entonces ya dependiendo de lo que el dueño de la mascota quiera ofrecerle a su miembro de la familia”, resalta Connie.
Novedades y excentricidades
El cementerio que posee Funeravet está ubicado en La Calera, un camposanto con capacidad máxima para 2.500, de las 1.800 mascotas que actualmente tiene yaciendo allí, donde no solamente han enterrado perros, pues también han realizado sepelios para gatos, hámsteres, conejos, patos y hasta gallinas.
Dicho cementerio está equipado con parqueaderos y baños para los clientes, es privado para quienes tienen enterradas sus mascotas allí y cuenta con una pequeña tienda donde las personas pueden adquirir suvenires para las tumbas tales como lámparas, cercas, rejas, luces y otros adornos para adornarlas, una actividad que pueden realizar de miércoles a domingo en la visita.
Para que sus amos afronten el duelo, dicha entidad realiza una terapia grupal en la que un psicólogo brinda charlas de entre 1 y 2 horas, en grupos conformados hasta por 50 personas, así mismo contiene un cementerio virtual para que los clientes que han sufrido la pérdida de su mascota intercambien experiencias, consejos y puedan desahogarse: “los clientes nos envían fotos de su mascota y nosotros las subimos al portal nuestro o al fan page de Facebook, la finalidad es que las personas que han pasado por la misma situación puedan apoyarse”, destaca el director.
El servicio aparte de incluir el traslado del cuerpo y su refrigeración, previo al sepelio, contiene una guía de duelo y otros aspectos, “es una libreta para leer, escrita con ayuda de un psicólogo sobre la muerte de las mascotas y por qué nos sentimos afligidos, también entregamos un diploma marcado con el nombre de la mascota y el propietario, y un baúl de madera pequeño para conservar un mechón de pelo de la mascota”, destaca Henry.
Sobre las excentricidades que se presentan en algunos propietarios, el directivo señala que “han pedido un cura para que se le haga una misa a su perro, pero ya hemos humanizado tanto la mascota que pensamos que no es tan bueno humanizarla más, piden velación pero en nuestra responsabilidad como empresarios y veterinarios vemos que velar un animal no es normal, además han pedido conservar una parte del cuerpo de la mascota pero nosotros no mutilamos los animales”, aclara.
Según Connie, diariamente son recibidas entre 15 y 20 mascotas para realizar dichos servicios, “tenemos unos carros para recoger las mascotas, pero no son carros fúnebres porque ya sería humanizarla demasiado, igual que es un miembro y hay que tratarlo con el mismo respeto porque es un ser que quiere la familia, pero igual no lo hacemos tan humanizante porque hay mucha gente que se va a molestar, tan sólo se le brinda una despedida digna a esa mascota que nos dio tanto como familia y seres humanos”, señala Cortés.
Por 5 años, es el tiempo que los restos de la mascota reposarán en el cementerio y luego de este tiempo se puede renovar por el mismo periodo o sencillamente se realiza la entrega de restos o la cremación y posterior cesión de cenizas a sus dueños, por medio de un documento que lo comprueba.
Camino al Cielo, Bosques del Silencio, Mascopaz, son otras funerarias de mascotas que existen en Bogotá para prestar el servicio, el cual ha crecido por la relevancia que la mascota ha tomado en la familia, principalmente entre las personas de la tercera edad y los niños.
Connie, como funcionaria que ofrece el servicio, coincide con Natalia, la propietaria de Tobby afirmando que “Todas las personas son un mundo diferente, en el contexto general pienso que a la persona le da mucho más duro cuando fallece la mascota que hasta otro miembro de la casa, porque la mascota se vuelve ese ser que escucha, que está ahí, que no te juzga ni te pelea, entonces muchas veces los seres humanos nos entregamos tanto a ese ser, que igual la mascota que se entrega al dueño que ama”.