La cantidad de mamíferos, peces, aves, anfibios y reptiles se redujo un 58% en el mundo entre 1970 y 2012 y el declive seguirá si los humanos que sobrepueblan el planeta no hacen nada para evitarlo, advierte el WWF en su informe Planeta Vivo 2016.
“Si sigue la caída de biodiversidad, el mundo natural que hoy conocemos se desmoronará en su conjunto”, alertó el director general del WWF Internacional, Marco Lambertini, en un balance del estado del planeta.
Según el organismo de defensa del medio ambiente, “el declive que padecen las poblaciones de especies salvajes es cada vez más preocupante”, y agregó: “llegará en promedio a un 67% de aquí a 2020” si no se hace nada para revertir la tendencia.
“Estamos asistiendo a una regresión de la vida sobre el planeta, de la cual somos en parte responsables (...) es un factor de riesgo importante para nosotros”, destacó Pascal Canfin, director general del WWF Francia. “Si desaparece lo vivo, desaparece el capital natural, destruimos nuestra capacidad para vivir en el planeta a largo plazo. La humanidad se está poniendo en peligro ella misma”.
El informe anterior, publicado en 2014, mencionaba una caída de 52% de las poblaciones de vertebrados en el mundo, entre 1970 y 2010.
Para medir su evolución, el WWF, en colaboración especialmente con la Sociedad zoológica de Londres, estudió 14.152 poblaciones pertenecientes a 3.706 especies vertebradas.
Particularmente afectados, se encuentran los animales de agua dulce, cuya población está en caída libre: disminuyó un 81% en promedio entre 1970 y 2012. Son víctimas de la sobreexplotación, a veces involuntaria, como cuando quedan atrapados en las redes de pesca, como ocurre con los delfines de río, o la pérdida y degradación de su hábitat.
La población de las especies terrestres cayó un 38%. A causa de la caza ilegal, la cantidad de elefantes de África, por ejemplo, disminuyó en 111.000 ejemplares desde 2006, estabilizándose en unos 415.000, según las estadísticas.
Las poblaciones marinas cayeron por su parte un 36%. Un tercio de las especies de tiburones y de rayas están ahora amenazadas de extinción, fundamentalmente a causa de la pesca excesiva.
De manera general, la amenaza más frecuente que pesa sobre las poblaciones en declive es la pérdida o la degradación de su hábitat a causa las actividades agrícolas, la explotación forestal, la extracción minera, los transportes o la producción de energía.
Otras causas: la sobreexplotación (caza, pesca), la contaminación (industrias, urbanización), las especies invasivas, las enfermedades.
Por el momento, el cambio climático sólo tiene un impacto “relativamente marginal (...) porque apenas estamos en un grado de calentamiento” planetario con relación a la era preindustrial, precisa Pascal Canfin.
En unos pocos días, la comunidad internacional reunida en una nueva conferencia en Marrakech intentará comenzar a concretar el compromiso adoptado en la COP21 hace casi un año en París, de limitar el calentamiento “muy por debajo de los 2ºC”.
Más allá, los científicos prometen un impacto devastador para el ser humano y los ecosistemas, a causa de las inundaciones, las sequías, las tempestades y otros fenómenos extremos.
Actuar se vuelve tanto más urgente cuanto que desde principios de los años 1970 la actividad humana deteriora el capital natural a un ritmo superior a la de su reconstitución.
“Estamos consumiendo nuestro capital natural cada vez más temprano”, destaca Canfin.
Este año, la humanidad vive “de fiado” desde el 8 de agosto, es decir que ya había consumido la totalidad de los recursos que el planeta puede renovar en un año, según la ONG Global Footprint Network. En 2015, ese día llegó el 13 de agosto, comparado con el 23 de diciembre, en 1970.
Actualmente, la humanidad necesita el equivalente a '1,6 planeta' para lograrlo.
Sin embargo, la población mundial, hoy de 7.400 millones de personas, alcanzará a 9.700 millones en 2050. A ese ritmo, se necesitaría un segundo planeta.
“Las consecuencias de la presión humana sobre el medio ambiente se conocen y se observan cada vez mejor”, y sin embargo “no hay ninguna reacción económica racional”, deploró el WWF, que llama a un “desarrollo económico sustentable”.