Miércoles, 9 de Noviembre de 2011
El mercado monetario es uno de los componentes del sistema financiero. Dentro de los beneficios que otorga se destaca la obtención de recursos a costos y con niveles de riesgo relativamente bajos. Allí los intermediarios financieros pueden negociar sus excesos o defectos de liquidez en plazos considerablemente cortos.
Por todo lo anterior, comparado con el de deuda pública local, se puede describir como un mercado de liquidez de primer escalón, por lo que el banco central puede regular y administrar desde allí la liquidez de la economía, como una herramienta de política monetaria, tanto desde el lado de la cantidad de dinero como desde el lado del precio.
Sin embargo, y de acuerdo a un análisis de la Asobancaria, en Colombia hay muchos indicios de que su funcionamiento no es eficiente. De una parte, hay señales de que las entidades deficitarias en liquidez tienden a acudir más al Banco de la República que a las entidades superavitarias para satisfacer sus necesidades.
De esta manera, el Emisor termina convertido en un intermediario de operaciones que deberían ocurrir directamente entre las entidades superavitarias y deficitarias en liquidez.
Así mismo, se ha identificado un serio problema en la formación de precios, porque no siempre reflejan adecuadamente las condiciones del mercado. Pero más allá de no revelar información, el problema se encuentra en que no hay una curva de referencia de tasas de interés para el corto plazo.
Los indicadores naturales del mercado monetario –Tasa Interbancaria (TIB), el Indicador Bancario de Referencia (IBR) y las tasas de negociación de los repos, simultáneas y TTV –no tienen la capacidad de reflejar el costo de los recursos hasta un año.
El IBR hasta el momento cuenta con dos puntos, el diario u overnight y el mensual, pero si el corto plazo se considera hasta un año, entonces hay un potencial de mercado muy grande que hay que explotar y por ende se está incurriendo en un costo de oportunidad bastante alto en los plazos en los cuales no hay referencia.
A lo anterior se debe añadir una serie de distorsiones que han hecho que los agentes se encuentran en un círculo vicioso que no les da razones para operar en ese mercado, ni correr riesgos allí. Es por eso que creemos que hay grandes problemas de incentivos. Se debe trabajar desde el mercado y el gobierno por generarlos, es decir, imprimir un shock de eficiencia suficientemente atractivo que borre completamente la percepción de inutilidad de este mercado.