Camillas, tubos de oxígeno y activistas caracterizados como enfermos postrados en el centro de Bogotá. La escena sorprendió y llamó la atención de los transeúntes durante la mañana por las calles de la ciudad. La acción fue llevada a cabo por Greenpeace, la ONG que bajo el lema “El asbesto sigue enfermando a Colombia”, busca alertar a la ciudadanía del devastador y mortal peligro que el asbesto, de manera silenciosa e invisible, está generando en la salud de los colombianos.
El objetivo de Greenpeace es que la empresa Eternit deje de fabricar y comercializar productos con asbesto, la mayoría de los cuales son destinados al sector de la construcción y que, según diversos estudios internacionales, es causante de enfermedades cancerígenas.
“Desde su fundación, Eternit ha cubierto más de 300 millones de metros cuadrados con sus tejas, ha servido a 1 millón y medio de viviendas con sus tanques y ha extendido cerca de 40.000 km de tubería de acueducto y alcantarillado. Esto representa un peligro silencioso, pero mortal para los colombianos. Por eso invitamos a la ciudadanía a que le reclame a Eternit para que detenga la producción de asbesto en el país”, explica Silvia Gómez, coordinadora local de Greenpeace en Colombia.
Según un informe elaborado en forma conjunta entre la Universidad de los Andes y Greenpeace, el asbesto -en particular la variedad llamada “crisotilo” que se utiliza actualmente en Colombia- tiene serios impactos en la salud, provocando enfermedades por la inhalación de pequeñas fibras que se desprenden de los productos que las contienen y se desplazan de manera imperceptible por el aire.
Las consecuencias del asbesto para la salud son críticas, aunque los síntomas pueden demorar décadas en aparecer. Sin embargo, se estima que cada año mueren más de 100.000 personas en el mundo por cáncer de pulmón, mesotelioma y asbestosis debido a la exposición a la sustancia.
En medio de este complejo panorama, Greenpeace y familiares de las víctimas del asbesto también llaman la atención respecto del escaso aporte del mundo político para enfrentar una situación que ha terminado por convertirse en una emergencia de salud pública.
“Es hora de que el Congreso, después de varios fracasos, tramite de una buena vez una ley que prohíba el uso y comercialización de asbesto. Hago un llamado a los colombianos para que se sumen a esta exigencia y terminemos con esta amenaza a nuestra salud”, dice Daniel Pineda, viudo de Ana Cecilia Niño, quien murió en enero de este año y que, mientras estuvo enferma debido a su larga exposición al asbesto, encabezó una campaña para llamar la atención de los irreparables efectos que la sustancia tiene para la salud de los colombianos.
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