* Contagios y muertes “inaceptablemente altas”
* Vacunación apenas si avanza en 5% mundial
Si bien es cierto que el proceso de vacunación contra el virus del covid-19 empieza a tomar algún ritmo a nivel global, la pandemia está lejos de terminar, por más que en naciones como Estados Unidos, Reino Unido, varios países europeos y de otras latitudes se haya acelerado en el último mes la reapertura y la flexibilización de medidas como las cuarentenas, otras restricciones a la interacción social e incluso hasta el uso del tapabocas. En el resto del planeta las estadísticas de la crisis sanitaria son impresionantes: se avanza inexorablemente a los 3,4 millones de fallecimientos y más de 160 millones de personas que han contraído la enfermedad.
De hecho, lo advertido en los últimos días por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala claramente que si bien hay una estabilización en el número de casos y muertes por el coronavirus a nivel global, incluso con descensos en la mayoría de las regiones, incluidas las Américas y Europa, las dos zonas más afectadas, las cifras en ambos indicadores son “inaceptablemente altas”.
La sola semana pasada se reportaron más de 5,4 millones de casos nuevos y casi 90 mil muertes en el planeta. En la presente el panorama parece más crítico, sobre todo por lo que pasa en India, en donde la curva epidemiológica está fuera de control, con registros diarios alrededor de las 400 mil infecciones nuevas. Incluso esa nación ya sobrepasó la impactante barrera de las 250 mil víctimas fatales y cada jornada está sumando no menos de cuatro mil decesos. Y lo más grave aún, la propia OMS advirtió que la cepa del virus que circula en esa nación asiática (que ya está presente en otras cuarenta) es ya una situación “preocupante” por sus posibles consecuencias a nivel global.
A todo ello debe sumarse que si bien las campañas de vacunación han acelerado en las últimas semanas, apenas si hay un 5 o 6% de la población mundial inmunizada. Los portales especializados en este crucial asunto señalan que aunque se está cerca de los 1.400 millones de personas con los biológicos, no se alcanza todavía los 350 millones de habitantes con las dos dosis. Todo ello mientras continúa una fuerte concentración de las vacunas en menos del 10 por ciento de las naciones. Sí, aumentó la esperanza en torno a la posibilidad de levantar las patentes, sobre todo después de la postura positiva de Estados Unidos y otras potencias, pero ese proceso tardaría meses, en el mejor de los casos.
Por otra parte, resulta claro que el impacto de la pandemia es cada día mayor, tanto desde el punto de vista sanitario como del social y económico. Precisamente esta semana se reveló el “Informe sobre la situación y perspectivas económicas mundiales de 2021”, del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. Hubo cinco conclusiones básicas: las perspectivas de crecimiento a nivel global mejoran pero de forma desigual; la situación de los más vulnerables es cada vez más precaria; el comercio global experimenta una recuperación sólida pero también desequilibrada; cada vez es más evidente que la crisis ha asestado un mayor golpe a las mujeres y a las niñas; y, por último, es imperativo que los países redoblen sus esfuerzos fiscales y operativos para priorizar medidas que ayuden a los grupos de población más afectados.
Paradójicamente ayer también se conoció el esperado informe del “Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia”, conformado por la OMS el año pasado. Una de sus conclusiones más importantes es que esta crisis sanitaria se pudo haber evitado o contenido sus graves efectos. Para los expertos, revisado todo lo ocurrido desde que se conoció el surgimiento del virus en una provincia en China, resulta evidente que la combinación de malas decisiones estratégicas, una falta de voluntad para abordar las desigualdades, problemas de transparencia en la información y ausencia de un sistema sanitario mundial eficaz y coordinado, creó un “cóctel tóxico” que ha permitido a la pandemia convertirse en una crisis humana catastrófica, que incluso califican como la "Chernóbil del siglo XXI".
Como se ve, aunque hay luz de esperanza por la forma en que se está disminuyendo la emergencia en un reducido grupo de naciones, en el resto del globo, con India y Latinoamérica a la cabeza, el escenario continúa siendo crítico. La amenaza sanitaria no solo persiste sino que en algunos casos crece en peligrosidad, al tiempo que sus consecuencias sociales y económicas no disminuyen sustancialmente.