Los altos porcentaje de evasión al Seguro Obligatorio de Atención a Terceros (SOAT) evidencian que la solución aplicada a comienzos de este año por el Gobierno, en torno a dar un descuento del 50 % en la tarifa que debían pagar una gran cantidad de propietarios de motocicletas, no funcionó. Los informes de las autoridades respecto a cuánto aumentó el pago de esta póliza señalan que el resultado no fue el esperado.
Pero no es el único problema que asoma en cuanto al SOAT. La competencia desaforada de los servicios de ambulancia y de los hospitales y clínicas por atender a pacientes que están bajo esta cobertura ha dejado al descubierto una serie de anomalías y actos de corrupción que les están saliendo muy costosos al sistema de salud y al erario.
No deja de llamar la atención que días atrás el propio ministro de Salud denunció que, cuando asistía a un sepelio en Ibagué, una señora sufrió una complicación médica pero la ambulancia solo llegó cuarenta minutos más tarde. El alto funcionario denunció que si el percance hubiera tenido que ver con la póliza SOAT, la asistencia habría sido más rápida.
Es claro, entonces, que se requiere una reforma a este sistema, que tiene como fin primordial asegurar la atención a quienes resulten muertos o heridos en accidentes de tránsito. Sin embargo, ese ajuste debe realizarse de forma seria y ponderada. En las últimas semanas desde el Gobierno, del presidente de la República para abajo, pasando por ministros y superintendentes, se han escuchado múltiples propuestas en torno a cómo debe ajustarse esta cobertura. Nada más desaconsejable que esa torre de Babel desde instancias oficiales, ya que evidencia que no se ha estudiado a fondo el tema y, por la misma razón, cada alto funcionario tiene su propia versión de la reforma que se requiere.
El Congreso debería asumir un rol de liderazgo en este campo. Incluso, los gremios del sector asegurador podrían empezar a construir una propuesta al respecto, con el fin de que la discusión se lleve a cabo sobre bases ciertas. Lo que no se puede permitir es que este debate se desvíe a planteamientos caprichosos, sin sustento técnico ni financiero. Es innegable que se requiere una reforma AL SOAT, pero esta debe ser ordenada, con cifras y estudios objetivos a la mano. Todo lo contrario a lo que está ocurriendo en estos momentos.