Repotenciar la CAN | El Nuevo Siglo
Jueves, 20 de Febrero de 2020
  • 50 años, banderazo para un nuevo comienzo
  • Urge reintegrar a la Venezuela democrática

 

Latinoamérica es, de lejos, una de las regiones que más pactos, sistemas y bloques de integración regional tiene en todo el planeta. Sin embargo, muchos de esos mecanismos políticos, económicos, institucionales, sectoriales y de otra índole no tienen mayor aplicación en la práctica. Incluso, varios no han pasado de ser simples declaraciones de buena voluntad sin ningún tipo de estructuración real. En el caso específico de Suramérica esa proliferación de modelos de integración supranacional es aún más marcada pero igualmente endeble, sobre todo a partir de que en la última década la izquierda populista impulsó la creación de varias instancias subcontinentales que por su evidente ideologización política no pudieron consolidarse. Unasur es el más fiel ejemplo de ello.

La historia de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) es distinta. Está cumpliendo 50 años de existencia y si bien a lo largo de esas cinco décadas no logró consolidarse como el bloque subregional más importante de la región, es claro que ha logrado sobrevivir a las más distintas crisis internas y a la siempre cambiante geopolítica y geoeconomía mundiales. En el primer plano, resulta innegable que la salida de Venezuela (anunciada en 2006 pero protocolizada en 2011 bajo el gobierno chavista) es una baja de la que este esfuerzo de integración no se ha podido recuperar. Si bien es cierto que Colombia, Perú, Bolivia y Perú permanecen firmes dentro del sistema andino, la prevalencia de las instancias y mandatos de la CAN sobre sus gobiernos ha ido debilitándose año tras año.

También es obvio que la CAN falló en un tema trascendental: no tuvo el suficiente poder de convocatoria y representatividad para liderar las negociaciones de los acuerdos y tratados comerciales con otros bloques multinacionales, como la Unión Europea, el propio Mercosur (en donde recaló la Venezuela chavista) o incluso frente a potencias como Estados Unidos o China. Al final los cuatro países andinos procedieron a negociar cada quien por su lado así como a sumarse de forma unilateral con otros procesos de integración latinoamericana. En este aspecto no deja de llamar la atención que un proceso reciente como la Alianza del Pacífico (originada por Colombia, México, Chile y Perú en 2011) tenga hoy, al decir de los expertos, más estructura, prospectiva de mercado y capacidad de compromiso institucional que la propia Comunidad Andina, con su medio siglo a bordo.

Visto todo lo anterior, resulta evidente que la CAN está obligada a reinventarse y, a partir de ello, repontencializarse. Contrario a quienes dicen que el bloque subregional debería resignarse a desaparecer, lo procedente es definir una hoja de ruta audaz para un proceso de integración más moderno y proactivo que beneficie a los 111 millones de habitantes de las cuatro naciones que lo componen. De hecho en los últimos años se han dado pasos concretos en ese sentido. Ayer, por ejemplo, en el marco del homenaje que el gobierno colombiano le rindió a ese bloque por sus 50 años de existencia, en un acto encabezado por el presidente Iván Duque en Cartagena, se oficializó el acuerdo para la eliminación de los costos de roaming internacional en la región. De igual manera se están avanzando o perfeccionando mecanismos intracomunitarios en materia de comercio, migración, legislación andina, asuntos aduaneros, complementariedad en servicios, telecomunicaciones, transportes, sanidad, lucha contra la delincuencia, protección de propiedad intelectual, prevención de desastres, homologación educativa y cooperación sectorial, entre otros rubros. Incluso el año pasado se dio la reunión del Consejo Presidencial Andino, después de ocho años de no hacerlo. También se reactivó el Sistema Andino de Integración tras 19 años congelado. De igual manera, por primera vez en 50 años, se reunió recientemente el Consejo Consultivo Empresarial Andino y el Comité Andino de Autoridades de Promoción de Exportaciones. Todo ello unido a una intensa agenda de aprobación de “decisiones”, viajes de misión, encuentros con embajadores y autoridades de organismos internacionales así como decenas de eventos sectoriales.

Sin embargo, es claro que si la CAN quiere repotenciarse debe volver a sumar a Venezuela y en ello fue enfático Duque ayer, obviamente no en referencia a tratar con la dictadura chavista, sino en cuanto a que el tema ya se habló con el presidente interino Juan Guaidó, quien se mostró a favor de esa reincorporación.

Así las cosas, la CAN continúa siendo un bloque de integración subregional que no solo debe mantenerse, sino modernizarse. Su utilidad no está en duda y depende de los cuatro gobiernos (y el de Venezuela una vez caiga la satrapía chavista) darle un impulso más decidido. Su estructura institucional y madura es el principal activo y sería un error dejarla en el olvido o subdimensionarla. Cumplir los 50 años debe, en consecuencia, tomarse como el banderazo para un nuevo comienzo.