*Las aulagas de los cafeteros
*Se deben tomar medidas positivas
En medio de un clima electoral que se va como desperezando en la medida que se mueven los poderosos caciques con sus maquinarias y emergen las diversas ambiciones que aspiran al poder, o, por lo menos conseguir un escaño al Congreso, el panorama político que apenas se veía afectado por las críticas de Álvaro Uribe al gobierno de Juan Manuel Santos, en medio de una aparente unanimidad general de aceptación y tolerancia para con las medidas oficiales, de improviso, por cuenta del clima social enrarecido, como con acierto tituló la última edición de la revista Semana en su portada, ‘una tormenta perfecta’, vemos en el horizonte varios nubarrones, que amenazan provocar sismos. Es el momento en el cual el Gobierno debe manejar con mayor diplomacia, no exenta de firmeza, los reclamos de los distintos sectores de la población que están siendo afectados por los cambios y la competencia internacional, que tienen que ver en gran medida con la apertura económica.
En cierta forma sería injusto cargar exclusivamente en los hombros del Gobierno la responsabilidad de la crisis que sufre el sector del café. Lo mismo que otros problemas que aquejan la sociedad. Las aulagas del sector, que durante casi un siglo se convirtió en el motor de la economía colombiana, vienen de muy atrás. En el momento que culmina el sistema de cuotas de exportación a los Estados Unidos, el panorama cambió drásticamente. Ya no se trataba de un mercado cautivo en ese país, que garantizaba un consumo de nuestro café y las cuantiosas divisas que irrigaban la economía y solventaban el Gobierno. Y, claro está, en tales condiciones el papel de la Federación de Cafeteros ya no tendría el mismo influjo. Lo que no quiere decir por eso que se deba acabar con la Federación, puesto que es una de las instituciones que con gran lucidez dirigentes, como García Cadena y Mariano Ospina Pérez, impulsaron inspirados en modelos europeos, y consiguen que prospere el sistema cooperativo entre nosotros. Lo que sirvió de ejemplo a personajes como Pérez Alfonso, para asimilar esa experiencia e innovar con la creación de la OPEP. Es cierto que no es lo mismo con un mercado de cuotas como el que tuvimos con Estados Unidos, lo que no significa que las enormes ventajas y beneficios que produjo la asociación de los cafeteros se pierdan. Así se tengan que reformular sus objetivos.
En la actualidad el mercado internacional es el que decide el precio del café. Por tanto, la revaluación del peso ha tenido efectos nefastos en el sector, que por los dólares que recibe cuando exporta le dan menos pesos. Fuera de los diversos problemas que se tienen por cuenta de los salarios, el transporte y las deudas que agobian a muchos de los productores, ya que por un tiempo los precios estuvieron a la baja, fuera de las plagas y el alza de los abonos, como de la carga impositiva, dada la tendencia a considerar que todo el que tiene una finca de café es un millonario. Los efectos devastadores de la roya han arruinado a numerosos propietarios de fincas. La presión de los alzados en armas y las bandas criminales tiende a aumentar peligrosamente. Y las plagas siguen afectando las fincas debido a las deudas y falta de capital de trabajo. Quienes viven en sus pequeñas parcelas sufren al ver que no les alcanzan los recursos para fumigar y la roya destruye sus plantíos. El círculo vicioso se agrava, en cuanto viene la competencia del café importado y el de contrabando, que llega a un menor precio.
Una acumulación de factores y el hecho mismo que en las conversaciones de paz de La Habana, el tema de la tierra se trata junto con el de la titulación, mantiene crispados los nervios de los caficultores. Se teme por cuenta de los agitadores rondando las zonas de cultivo, que se intente desconocer antiguos títulos de propiedad y los demagogos inciten a invasiones de tierra. Como lo ha repetido en varias oportunidades el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, son las mismas Farc las que tienen que entregar las tierras de las que se han apoderado de manera ilícita.
La verdad es que la situación de los cafeteros es común a la de otros sectores agrícolas que se resienten por la importación de productos del exterior. En otros países cuando se firman TLC en cadena, como lo anotó El Nuevo Siglo, en anterior editorial, la situación social se enrarece y todos quieren manifestar y torcer la voluntad oficial, incluso no faltan los que intentan pescar en rio revuelto. El inteligente y versado economista simpatizante de la Escuela de Chicago, Juan José Echavarría Soto, ha sido nombrado para estudiar las medidas a tomar, él es un partidario a ultranza del libre mercado, que deberá hacer un gran esfuerzo para entender un gremio como el cafetero y ofrecer alternativas positivas.