En el país es frecuente la tendencia a cambiar lo que está funcionando. Parecido a lo que algún político célebre decía que en una fiesta animada y donde se está pasado bien, no falta quien diga ‘vámonos para otra parte’. Hace algunos años, en la capital de la República, los encargados de dirigir el tránsito eran agentes civiles, los llamados “chupas”, también les decían los “azules”. Fueron muchos los escándalos y quejas de corrupción, mayores costos laborales para el Distrito y múltiples inconvenientes, que el entonces alcalde Antanas Mockus, con visión acertada de lo que se debía hacer, determinó desmontar este aparato burocrático.
Las tareas de organizar el tránsito entonces pasaron a la Policía Nacional, que ha demostrado ser idónea en tan difícil labor, hoy mucho más compleja por el mayor número de vehículos en las vías bogotanas. Ahora un abogado presentó demanda que busca volver al viejo esquema de que civiles vinculados a las autoridades distritales vuelvan a dirigir el tránsito. A la actual administración de la ciudad, que no ha sido propiamente un modelo de gerencia en el manejo de la urbe, quizá ‘le suene la idea’. A mandatarios ideologizados les encanta incrementar la empleomanía estatal y ésta sería oportunidad de hacerlo, con los consabidos mayores gastos para el Distrito, que sufragan los contribuyentes. Eso no les interesa a los promotores de más burocracia.
La Policía cumple delicada misión tanto en las ciudades como su cuerpo especializado en las carreteras. Esto le corresponde de acuerdo con la Ley 1310, en su artículo 4, que modificó el Código Nacional de Tránsito (Ley 769 de 2002), de tal manera que el código se aplica en todas las carreteras nacionales.
En Bogotá, si se optara por pasar a agentes de tránsito civiles, se requieren cuantiosos recursos económicos para crear una organización de este tipo. Además, preparar gente para este cometido demanda tiempo. La Policía tiene su propia Escuela de Seguridad Vial, que respalda la experiencia, y la carrera de agentes está certificada por el Ministerio de Educación. Esa capacitación es vital para el desempeño de sus funciones. Hay que tener en cuenta que la Policía representa a la autoridad y, no obstante las fallas susceptibles en todo ente humano, inspira respeto. Improvisar en algo tan complicado como es el manejo del tránsito en Bogotá, no es aconsejable.