El caso de la mujer colombiana que terminó prácticamente secuestrada en México, luego de que la persona con que se casó la encerró por largos meses en su casa y no le dejaba salir a la calle como tampoco comunicarse con su familia en Cali, debe llamar la atención de las millones de personas que entablan relaciones a través de las redes sociales virtuales sin tomar las debidas precauciones.
Aunque en este caso afortunadamente la mujer terminó felizmente el drama que vivió, en los últimos nueve meses fue dantesco. Tras conocer al abogado mexicano por internet y entablar amistad y luego una relación romántica por esa misma vía, la mujer de 41 años, madre de tres hijos, decidió casarse con él, pero lo hizo mediante poder ante una notaría en Cali, pues el extranjero no vino al país para tal evento. De allí en adelante empezó a complicarse la situación de la mujer, pues su ahora esposo la presionó para que viajara pronto a su país e incluso la amenazó. La esposa aceptó ir y una vez allí prácticamente la aisló, no sólo prohibiéndole llamar a sus familiares en Colombia, sino encerrándola en la casa por varios meses, además de casos de maltrato verbal y físico, según lo relató la víctima a las autoridades de nuestro país y las mexicanas, así como a la prensa.
Más allá de las particularidades de este caso, es evidente que el exceso de confianza y credulidad de la mujer frente a alguien que conoció por internet fue la causa principal de su tragedia. Lo más grave es que situaciones como éstas ocurren a diario en nuestro país y en los últimos años no son pocas las que han terminado siendo asesinadas, robadas, violadas o incluso esclavizadas por redes de trata de personas y prostitución en Europa y Asia.
Aunque se intensifican las campañas para que los usuarios de las redes sociales, sobre todo los menores de edad, tengan cuidado con las personas con que se contactan virtualmente, lamentablemente todavía hay adultos y jóvenes que caen en estas trampas y se exponen a graves peligros.
Según las autoridades, gran parte de estos casos se deben a que en las familias no hay suficientes lazos de confianza que permitan a sus integrantes saber qué hace y qué no cada uno de ellos cuando hace uso de las tecnologías de comunicación virtuales, con quién se comunica, para qué, los temas de las conversaciones, si ya se ha llegado al nivel de citarse para conocerse en persona…. Y esa falencia queda patente cuando, después de las tragedias y la consumación de los delitos, los investigadores logran develar cómo fue que las víctimas terminaron en las manos de sus agresores sin que sus allegados tuvieran la más mínima idea del peligro que acechaba.