La lección olímpica | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Agosto de 2021
Redacción Política

* Japón superó todas las expectativas

* Buena cosecha colombiana en Tokio


Terminaron los Juegos Olímpicos en Tokio, sin duda la cita deportiva global llevada a cabo en las más difíciles circunstancias de las últimas décadas, obviamente por la pandemia del covid-19. Si bien en el pasado las justas enfrentaron desafíos como las guerras mundiales o los boicots por parte de las grandes potencias, nunca la amenaza fue de índole sanitaria y con tal nivel de gravedad que incluso faltando un día para la inauguración estaba en duda el arranque de las competencias.

Sin embargo, debe reconocerse que Japón logró consolidarse como un ejemplo de organización de un evento masivo en medio de las más fuertes medidas de bioseguridad para evitar un disparo en contagios y  decesos por el coronavirus. La disciplina de las autoridades, el operativo logístico integral y la eficiencia del personal de apoyo en cada una de las competencias fue admirable y venció todos los temores.
Si bien hizo falta la alegría del público en las tribunas de los distintos escenarios, la tecnología permitió a todo el mundo no perderse el menor detalle. La audiencia fue inédita.  

De otro lado, la calidad deportiva en modo alguno se vio afectada por las complicadas circunstancias. Todo lo contrario, los récords mundiales y olímpicos que se rompieron, algunos de ellos con varias décadas vigentes, prueban que es posible afrontar la llamada “nueva normalidad” con eficiencia y fluidez en cualquier campo.
También quedó evidenciado que poco a poco las grandes distancias que existían entre las potencias deportivas y el resto de países se han ido acortando. Aunque China, Estados Unidos, los locales, Gran Bretaña y la delegación disminuida rusa terminaron al frente de la medallería, en muchas disciplinas, tanto de las más tradicionales -como el atletismo o la natación- y en otras que debutaron en estas justas, fueron representantes del llamado ‘segundo’ y ‘tercer’ pelotón olímpico los que se colgaron las preseas de oro, plata y bronce.

En ese orden de ideas, los de Tokio pasarán a la historia como los juegos más competidos y heterogéneos en materia de ganadores de las últimas décadas. Ese, sin duda, es un elemento muy positivo que incentiva a que en todas las latitudes quienes tienen talento deportivo se convenzan de que pueden llegar a lo más alto.
En cuanto Colombia, el balance es bueno. Aunque algunos observadores sostienen que no se igualó el récord de medallas que Colombia había obtenido en Río 2016, hay que tener en cuenta que este fue un ciclo olímpico bastante irregular, a tal punto que la pandemia aplazó las justas un año completo. Bajo esa óptica miope, entonces, habría que concluir que naciones que tradicionalmente han dominado distintas disciplinas y acaparaban las medallas, pero esta vez no pudieron hacerlo, también fracasaron, lo cual no es cierto. Simplemente ahora hay más competencia.

Nuestro país regresa de Tokio con cuatro medallas de plata y una de bronce, cosecha más que aceptable frente a la coyuntura antedicha. Y cada una de esas preseas tiene un mérito muy importante. Los triunfos de Anthony Zambrano y de Sandra Arenas, en los 400 metros planos y la marcha respectivamente, no tienen antecedentes. Incluso algunos expertos llegaron a calificar estas preseas entre las más importantes de la historia olímpica nacional. Mariana Pajón si bien no pudo repetir el oro de las dos justas anteriores, fue un ejemplo de tenacidad pues tras superar una grave lesión conquistó esta vez la plata y se confirmó como la mayor estrella mundial BMX en este siglo. Crucial también fue la segunda medalla del bicicrosista Carlos Ramírez. En las pesas Luis Mosquera se colgó una merecida plata y el boxeador Yuberjen Martínez estaba para más, pero un polémico veredicto lo frenó. A todo ello hay que sumar varios diplomas olímpicos, algunos en disciplinas inéditas.

Estando los próximos olímpicos a tres años, esta vez en París, no hay tiempo que perder para iniciar el nuevo ciclo. Tenemos suficiente materia prima para la renovación, tanto en deportes que nos han dado gloria como en otros en donde nuestros atletas ya se destacan a nivel nacional, continental e incluso mundial. Para ello es necesario elevar el estatus presupuestal, logístico y de liderazgo del Ministerio del Deporte. También es urgente fortalecer la capacidad de las federaciones y demás ligas deportivas. No menos importante es ampliar la detección y apoyo desde las más tempranas edades en todos los municipios y ciudades a los prospectos más prometedores.
Obviamente no podemos terminar sin felicitar a toda la delegación que fue a Tokio a dejar lo más alto posible el nombre de nuestro país. Capítulo aparte merece la saltadora triple Caterine Ibargüen, nuestra  doble medallista olímpica, que superando muchas dificultades compitió en estos juegos pero sus rivales fueron más fuertes. Cierra así el ciclo olímpico de una las estrellas más rutilantes para Colombia. Gracias por todo el esfuerzo y los triunfos.

Por último, quedó claro que estos Juegos Olímpicos ratificaron la capacidad de la humanidad para salir adelante y sobreponerse a los más grave desafíos. Una lección de vida y tenacidad que tuvo eco en todos los rincones del planeta.