* Máxima alerta invernal en todo el país
*A prueba sistema nacional de prevención
Las alertas del sistema nacional de prevención y atención de emergencias permanecen prendidas desde hace varios meses ante las primeras advertencias de la Organización Meteorológica Mundial en torno a la posibilidad de que al final de este año se presentara un nuevo fenómeno climático de La Niña, que se caracteriza por un aumento significativo de las lluvias, con niveles por encima del 40% de los promedios históricos, asociados a periodos de bajas temperaturas.
Cuando se dieron las primeras alarmas al respecto, los pronósticos hablaban de una probabilidad del 50% por ciento, pero luego, mes tras mes, ese porcentaje fue aumentando, de forma tal que hacia mediados del año ya era de 50 a 60% y ahora los últimos reportes de las redes climáticas mundiales señalan que está casi confirmado que La Niña va a afectar una parte importante del hemisferio. De hecho, este fin de semana tanto el Ideam como el Ministerio de Ambiente confirmaron que las posibilidades ya se ubican entre el 87% y el 93%.
Si bien en 2020 también se registró este fenómeno climático anormal, e incluso algunos de sus efectos se extendieron hasta el primer trimestre de este año, los pronósticos de los expertos señalan que este nuevo capítulo podría ser más intenso, según se desprende de las mediciones de la evolución de las condiciones oceánicas y atmosféricas en el océano Pacífico ecuatorial, sobre todo en las áreas central y oriental, en donde las temperaturas medias de las aguas han venido enfriándose de forma progresiva.
Como es apenas obvio que fenómenos como el de La Niña (o el de El Niño, que tiene un efecto contrario, es decir verano intenso y sequías) se repitan con mayor frecuencia por su relación directa con los efectos lesivos del calentamiento global, es muy probable que esta circunstancia sea objeto de análisis en la COP26 sobre cambio climático que comenzará a finales de este mes en Escocia.
Afortunadamente desde que los modelos de predicción climática empezaron a alertar sobre el riesgo de La Niña para el final del año, las autoridades colombianas han venido advirtiendo sobre la necesidad de que el sistema de atención y prevención de emergencias se preparara para esta contingencia. De hecho, semanas atrás cuando el Ideam y la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo lanzaron el plan general para afrontar la segunda temporada invernal del año, que comenzó en septiembre pasado, ya estaba en las previsiones que el promedio de lluvias, y por ende de inundaciones, deslaves y otras afectaciones, podría ser mayor a los promedios históricos. Así las cosas, gobernadores, alcaldes y todas las instancias del sistema deben abocarse a aplicar las estrategias de precaución y mitigación que estaban planificadas. No hay lugar a excusa alguna.
Hasta el momento, según las estadísticas de la citada Unidad, el invierno ha generado 140 afectaciones en 111 municipios de 24 departamentos, siendo Cundinamarca, Antioquia, Quindío, Norte de Santander, Tolima, Santander, Cauca y Casanare lo más afectados. Lo que más se ha presentado son inundaciones y movimientos de tierra, pero también se reportan vendavales, crecientes súbitas, avenidas torrenciales, granizadas y una tormenta eléctrica. De acuerdo con las autoridades, ya son más de 4.500 familias y 14.300 personas damnificadas, en tanto dos perdieron la vida. Como si fuera poco, más de cuatro mil viviendas registran algún tipo de avería y 65 fueron destruidas. De igual manera, 39 puntos viales se han visto afectados.
La alta probabilidad de que se presente La Niña también constituye una alarma temprana para el sector agropecuario, toda vez que el exceso de pluviosidad afectará el rendimiento de los cultivos, ya sea por el mayor riesgo de inundación o por una menor cosecha. Esto seguramente impactará los precios de los productos del campo, presionando aún más la ya de por sí preocupante escalada inflacionaria de los últimos meses, causada principalmente por el encarecimiento de los insumos y de los fletes en el transporte internacional.
Como si lo anterior fuera poco, es claro que la prevalencia de las bajas temperaturas aumenta la incidencia de las enfermedades respiratorias agudas, que son un factor de riesgo para el covid-19.
Visto todo lo anterior, el país debe prepararse para una temporada climática complicada ya que la segunda temporada invernal iría hasta finales de año, pero La Niña impactaría por lo menos hasta marzo de 2022. Los riesgos han sido lo suficientemente advertidos y lo que se espera es que los planes de contingencia se apliquen de forma eficiente para evitar al máximo que se registren tragedias. No hay tiempo que perder.