- La buena actuación en los Panamericanos
- Redoblar el paso para el ciclo olímpico
El deporte le sigue dando las mejores noticias a Colombia. El histórico triunfo de Egan Bernal en el Tour de Francia, el título de dobles en Wimbledon, el campeonato mundial de patinaje, la espectacular actuación de Giovanny Urshela en las Grandes Ligas e incluso el inédito campeonato en rugby subacuático han puesto de nuevo el nombre de nuestro país en lo más alto de los podios en el planeta.
En medio de la accidentada realidad nacional, los éxitos deportivos de nuestros representantes en distintas disciplinas, algunas de ellas con mucha historia y tradición pero otras con escasa práctica a nivel local, se constituyen en un bálsamo que llama a la esperanza, un empujón más que necesario frente a una sociedad que, al tenor de las encuestas, sigue caracterizada por un marcado pesimismo.
A esa racha de buenas noticias deportivas se suma ahora la muy buena actuación de la delegación colombiana en los XVIII Juegos Panamericanos que concluyeron el domingo pasado en Lima. Si bien es cierto que no se alcanzó el objetivo de repetir el quinto lugar conseguido hace cuatro años, en Toronto, una hazaña sin precedentes, sí se superó el número de medallas de oro que se había presupuestado inicialmente. Nuestros atletas lograron 29 preseas doradas, una más que un cuatrienio atrás en Canadá, sin duda una cosecha muy importante sobre todo en las disciplinas que hacen parte del ciclo olímpico con miras a las justas globales del año próximo en Tokio. También se conquistaron 23 medallas de plata y 33 de bronce, para un gran total de 84 metales, lo que nos permitió ocupar el séptimo lugar, muy cerca de Cuba (quinto) y Argentina (sexto), aunque con mayor distancia de Canadá, México, Brasil y Estados Unidos, que ocuparon las posiciones cuarta, tercera, segunda y primera, respectivamente.
Obviamente lo mejor habría sido igualar el quinto puesto de los Juegos de Toronto, pero hay que ser realistas: no era fácil. Y no lo era, precisamente, porque tras lo ocurrido en 2015 con Colombia, que dio la sorpresa al ubicarse detrás de Estados Unidos, Canadá, Brasil y Cuba, potencias deportivas como los mexicanos y argentinos se prepararon de forma intensa y con amplias delegaciones para competir por esa quinta plaza, en el entendido de que es muy difícil disputarles el podio final a los históricamente cuatro primeros. Baste con decir, por ejemplo, que de los 18 Juegos Panamericanos que se han disputado, en 16 ocasiones los estadounidenses han ganado.
Lo importante ahora es pensar en cómo seguir enfocados en el ciclo olímpico, de cara a superar la histórica actuación de Río de Janeiro, en 2016, cuando se alcanzaron ocho medallas, tres de ellas de oro, dos platas y tres bronces. De las disciplinas que se disputarán en Tokio el próximo año, estos Juegos Panamericanos dejaron buenas noticias en varios frentes, de allí el optimismo de los voceros del Comité Olímpico Colombiano en torno a que vamos por buen camino para concretar una buena actuación en las justas globales a realizarse en Japón. Por igual hay actuaciones muy destacadas de deportistas colombianos en Lima frente a los próximos mundiales de sus respectivas disciplinas, lo que aumenta el optimismo y la esperanza de más buenas noticias en el corto plazo, tanto en materia de títulos como de alcanzar las marcas mínimas para ir a los Olímpicos.
Como lo hemos reiterado en estas páginas, es claro que Colombia ha ido avanzando en rendimiento deportivo. También que tanto desde el Estado como desde la estructuración y organización de las respectivas federaciones, se nota un mayor apoyo presupuestal y logístico, lo que redunda en que exista ya un mejor respaldo y financiación para el talento natural de nuestros atletas. Pero si el país quiere llegar a convertirse en una potencia deportiva permanente, tanto a nivel continental como mundial, se requiere más trabajo. El próximo arranque del Ministerio del Deporte es, sin duda, una plataforma clave en esa política sectorial, como también lo es una urgente reingeniería organizacional a nivel de federaciones y ligas, reforzar los programas de apoyo a los deportistas de alta competencia, un plan más ambicioso para incentivar y detectar atletas potenciales en escuelas y colegios así como un creciente aporte presupuestal, tanto público como privado...
No es momento de entrar en una puja de protagonismos en torno a quién apoya más o menos a nuestros deportistas. Tampoco de cruzarse ‘cuentas de cobro’ entre instancias oficiales o privadas. Y menos de querer politizar los triunfos deportivos. Es momento de entender que si teniendo presupuestos cortos y respaldos medianos los deportistas locales, sea cual sea su disciplina, dejan en alto el nombre de Colombia en los escenarios locales e internacionales, con una política sectorial moderna y eficiente los triunfos serían aún más. Ese es el objetivo final.