* Más calor y desastres por cambio climático
* Terminan efectos del Niño y aparece la Niña
El pasado viernes comenzó en el hemisferio norte del planeta el que se espera como el verano más caluroso en la historia de la humanidad. En algunas regiones de Norteamérica, India, China y en varios países europeos se registran, incluso desde mayo, temperaturas diurnas en torno a 50 grados, que podrían aumentar en los próximos días. Esto, unido al lento enfriamiento durante la noche, les está haciendo la vida difícil y por momentos insoportable a varios miles de millones de personas a nivel global.
Los eventos de calor extremo que registra el mundo por estos días se deben en buena parte al fenómeno del Niño, concretamente a la formación de “domos de calor”, que son sistemas de alta presión en la atmósfera superior que atrapan aire caliente, bloquean los vientos fríos e impiden que se formen nubes. El cambio climático acelera la formación de estos domos al mismo tiempo que el calentamiento de los océanos provoca intensas lluvias, desbordamiento de ríos, inundaciones, tormentas destructivas y otras catástrofes naturales.
Al respecto, Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas, llamó a las empresas productoras y distribuidoras de combustibles fósiles “padrinos del cambio climático” y pidió a todos los gobiernos prohibir la publicidad de dichos productos, cuyo uso intensivo es agitador principal del calentamiento global. “Estamos jugando a la ruleta rusa con nuestro planeta”, advirtió.
No es una posición exagerada considerando que ya superamos doce meses consecutivos con niveles de calor sin precedentes. Desde junio de 2023, cada mes transcurrido ha sido el más caluroso de la historia, con temperaturas, en promedio, 1,63 grados por encima de los niveles preindustriales, un dato inquietante considerando que la meta establecida en el Acuerdo de París de 2015 es limitar el calentamiento global a 1,5 grados para finales del siglo y alcanzar la neutralidad climática en 2050. La tendencia presente no se prolongará por décadas, eso es seguro, pero en cualquier escenario es altamente preocupante que las temperaturas ya estén alcanzando niveles tan altos.
Con lo sucedido en los últimos meses ya no quedan dudas acerca de que el calor extremo puede ser letal. Más de 1.300 personas murieron por ese motivo en la reciente peregrinación a La Meca y centenares más fallecieron en la India, en China y en el sudoeste asiático. En Estados Unidos 1.168 personas perdieron la vida por calor en 2023, la cifra más alta en 30 años y de lejos la primera causa de decesos por fenómenos meteorológicos en ese país. Las altas temperaturas también causan enfermedades y afecciones físicas, como desmayos, mareos, dolor de cabeza y trastornos cutáneos. Los “golpes extremos de calor”, que se presentan cuando el cuerpo no puede regular su propia temperatura, no en pocas ocasiones son fatales.
Desde hace un año el fenómeno del Niño impuso el desorden meteorológico mundial, al provocar temperaturas marítimas muy cálidas en el océano Pacífico. La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) de Estados Unidos declaró que esta contingencia climática llegó a su fin en mayo y, tras una breve fase neutral, dará paso a la Niña, que es la fase fría del evento y comenzaría probablemente en este otoño. Cuando ocurra, las temperaturas podrían recuperar sus niveles normales, pero también se podría activar una intensa temporada de tormentas y huracanes.
El mensaje más inquietante que dejan estas olas de calor para la presente y futura generación es que el mundo entró en una fase de calentamiento mayor y más rápida de lo previsto. Si no se logra un cambio profundo en hábitos y costumbres relacionadas con el uso de combustibles fósiles, el planeta experimentará nuevos episodios de este fenómeno, cada vez más calientes y prolongados, con su secuela de destrucción de vidas y bienes materiales, graves estragos a las economías nacionales y fuertes afectaciones a las familias más vulnerables. De ahí el pedido de la ONU a los gobiernos de abandonar el carbón para el año 2030, reducir petróleo y gas en 60% para 2035 y aumentar el apoyo financiero a las naciones más pobres. “No podemos aceptar un futuro en que los ricos estén protegidos en burbujas con aire acondicionado, mientras el resto de la humanidad es azotada por un clima letal en tierras inhabitables”, sostuvo el secretario Guterres en su mensaje.