El solo hecho de que al dirigente francés Jacques Delors se le catalogue como “el arquitecto” de la Unión Europea y el “padre” del euro como moneda única del viejo continente, ya pone de presente la importancia de este personaje que falleció ayer a sus 98 años.
Muchas de las reacciones y perfiles que se suscitaron ayer tras su desaparición coincidieron en que el exministro de Economía galo a comienzos de los ochenta, en el mandato Mitterrand, y luego presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995, fue quien sentó las bases sobre las que tomó forma el bloque multinacional.
Durante la década que estuvo al frente del brazo ejecutivo de la UE, con sede en Bruselas, Delors lideró la creación del euro como moneda continental, la construcción del mercado único así como la firma de los acuerdos de Schengen. Esos tres elementos fueron los que concretaron el arranque del bloque continental, toda vez que eliminó las barreras monetarias, unificó el comercio trasnacional europeo y permitió el libre tránsito de personas por las naciones de todo el bloque comunitario. A lo anterior deben sumarse otros elementos de integración claves como en materia educativa y de reforma y acompasamiento gradual de políticas agrícolas, económicas e institucionales.
Obviamente no fue un trabajo fácil ni automático. Había muchos intereses y posiciones nacionales en juego que debían ser consideradas para conseguir puntos de equilibrio y mecanismos de transición viables, toda vez que las diferencias entre las naciones integrantes de la Unión Europea eran muy profundas en muchos aspectos políticos, económicos, sociales, poblacionales, institucionales y de desarrollo.
Desde ese punto de vista Delors, quien alcanzó a sonar como candidato presidencial en su momento, alternativa que descartó, bien puede considerarse como el “arquitecto” del que sin duda es el bloque multinacional más estable y extendido del planeta. Un mecanismo de integración que se ha fortalecido con el paso de las décadas, ampliando su número de integrantes, teniendo a hoy una sola, pero muy sensible, baja: el Reino Unido, que se separó en virtud del Brexit en 2020.