Desempleo, crisis creciente | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Marzo de 2018
  • La tasa ya se acerca a los dos dígitos
  • Reto urgente para próximo gobierno

La alarma por el aumento del desempleo en Colombia continúa creciendo. Cada vez que el DANE revela sus respectivos reportes se evidencia que la tasa de personas sin trabajo en el país viene en aumento y el indicador anualizado se acerca peligrosamente a los dos dígitos, lo que significaría un retroceso de marca mayor en la política económica del saliente gobierno.

Según se reveló el miércoles pasado, en enero la tasa de desocupación llegó a 11,8 por ciento, una décima porcentual más que en igual  periodo de 2017, confirmando así la tendencia negativa en este campo. La situación es aún más preocupante si se tiene en cuenta que la tasa de desempleo en las trece principales ciudades y áreas metropolitanas es superior, al ubicarse en 13,4 por ciento. Coincidiendo con los sectores que están jalonando el ya de por sí mediocre desempeño del Producto Interno Bruto (PIB), el agro es el rubro productivo que más plazas de trabajo está creando.

Como lo hemos indicado en estas páginas, si bien es cierto que el país ha logrado mantener por debajo de un dígito la tasa de desempleo en los últimos años, hay una gran diferencia cuando el indicador se encuentra en seis, siete y hasta ocho por ciento, a cuando ya está por encima de nueve, a pocas décimas de sobrepasar el 10 por ciento. El propio DANE indicó que para el trimestre móvil comprendido entre noviembre y enero pasados, la tasa de personas sin trabajo a nivel nacional fue de 9,6 por ciento.

Si bien es cierto que el Gobierno le da más importancia a que continúan evolucionando positivamente las tasas de participación y de ocupación, o al hecho de que 111 mil personas más estaban ocupadas en enero pasado, en comparación con el mismo mes de 2017, lo cierto es que el panorama laboral que está dejando gobierno saliente cada día es más crítico. Hay casi tres millones de colombianos sin trabajo y el subempleo aumenta por igual, en tanto que la situación en ciudades como Cúcuta (con un desempleo del 16,5 por ciento), Quibdó (15,1 por ciento) y Armenia (14,6%) es insostenible.

Aunque desde las esferas gubernamentales se insiste en que ya hay un efecto ‘rebote’ de la economía y que este primer semestre de 2018 va a evidenciar un cambio de tendencia en el PIB (que cerró 2017 con un pobre 1,8 por ciento), los voceros gremiales y empresariales sostienen que la recuperación es más lenta de lo esperado y que, por el contrario, no sería raro que en los próximos meses el número de personas sin trabajo aumente porque las compañías se están apretando el cinturón cada vez más. Tampoco se puede esconder que en medio del complejo escenario político y electoral hay muchos proyectos de inversión, ampliación productiva y nuevos negocios en el sector privado que están a la espera de que se conozca el titular y políticas económicas del próximo gobierno.

A ello debe sumarse que aunque en la opinión pública se escuchan muchas voces que señalan que una de las causas del aumento del desempleo es la gran cantidad de venezolanos que han ido poco a poco desplazando de sus trabajos a los colombianos, no en pocas ocasiones siendo explotados laboralmente, lo cierto es que todavía no hay un estudio real que mida el impacto real de la oleada migratoria del vecino país.

Es claro, de otra parte, que si bien todos los candidatos presidenciales han puesto sobre la mesa sus respectivas propuestas para generar más empleo estable y de calidad, mientras las urnas no señalen al nuevo timonel de la Casa de Nariño la viabilidad de las fórmulas de quien resulte elegido se mantendrá en el terreno de lo hipotético.

Si bien desde varios gremios económicos se llama al Gobierno a sacudirse de esa peligrosa y tempranera sensación de que ya no hay tiempo para hacer mucho, es obvio que un plan de choque en materia de empleo es muy difícil de diseñar e implementar en apenas cinco meses que le restan al actual Ejecutivo.

Así las cosas, lo que se evidencia es que el próximo 7 de agosto el nuevo Presidente de la República tendrá, entre sus múltiples tareas urgentes, que dar un timonazo en la política de generación de empleo, más aún si, para entonces, la tasa ya puede haber superado el alarmante techo del 10 por ciento.