* Pico de contagios y decesos por paros
* Retomar el autocuidado es imperativo
Colombia está atravesando por el momento más crítico de la pandemia del covid-19 tras quince meses en emergencia. La curva de contagios y decesos tanto en la segunda quincena de abril como en la primera de mayo así lo evidencian. De hecho este jueves se presentó el número más alto de infecciones y fallecimientos desde marzo pasado. La ocupación de las camas de Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) a nivel nacional se acerca lenta y preocupantemente al 90 por ciento, en tanto que en algunas ciudades ya se habla de “colapso” del sistema de atención médica porque no hay disponibilidad de este tipo de unidades para atender a pacientes que desarrollan cuadros críticos tras contagiarse de coronavirus. En la capital del país dicho porcentaje bordea el 93% en tanto que en regiones como Cundinamarca, Boyacá y Santander las alertas también están prendidas.
Si se mantiene la tendencia de mortalidad de los últimos días hoy el país superaría las 80 mil muertes en un lapso de quince meses, lo que desde ya convierte a esta pandemia en la tragedia más grave de la historia colombiana. Aunque oficialmente se han confirmado casi 3,1 millones de contagios, hay un alto subregistro por cuenta de la prevalencia de personas asintomáticas.
Es claro que se ha logrado avanzar a buen ritmo en el programa nacional de vacunación. De hecho, ayer se tenía previsto llegar a los siete millones de dosis aplicadas, con alrededor de 2,7 millones de personas con el ciclo completo de biológicos. El propio Ministerio de Salud confirmó que el país ya recibió más de 10 millones de vacunas, lo que permite asegurar la etapa II del Plan y abrir la III es cuestión de días, en donde se comenzará a inmunizar a los mayores de 50 años así como a otras franjas poblacionales, como los docentes e integrantes de la Fuerza Pública.
Sin embargo, esos avances en la vacunación todavía están muy lejos de llegar a la llamada “inmunidad de rebaño”, que en el caso de Colombia es de 35 millones de personas inmunizadas. A partir de allí se espera que la velocidad de contagio de este coronavirus y sus múltiples cepas y linajes disminuya de forma sustancial, superándose, por fin, la fase pandémica.
Es evidente que el pico de infecciones de estos últimos días tiene una relación directa con los paros y marchas que comenzaron el 28 de abril, llevando a que decenas de miles de personas se lanzaran a las calles, aglomerándose, sin ningún tipo de distanciamiento social y en abierto incumplimiento de los protocolos de bioseguridad básicos. Lastimosamente, en una actitud que raya en lo irracional e irresponsable con la salud individual y colectiva, se desatendió por parte de muchos colombianos los llamados de todas las autoridades sanitarias del orden nacional, regional y local para que se buscaran otras formas de protestar. Los líderes de la convocatoria prestaron oídos sordos a las advertencias y reiteraron que se atenderían las precauciones sanitarias en las movilizaciones, pese a la evidencia de que ello no sería posible.
Paradójicamente esa cantidad de personas marchando, bloqueando calles e incluso vandalizando y atacando a la Fuerza Pública terminaron poniendo contra la pared a muchos alcaldes y gobernadores que se vieron forzados a flexibilizar medidas como el ‘pico y cédula’, cuarentenas parciales y otras restricciones al comercio y la movilidad social, pues solo una porción de la población los cumplía efectivamente.
Los resultados de esa negativa sindical y de muchos sectores a aplazar el paro están a la vista: disparo de contagios y muertes. Incluso, los expertos señalan que las movilizaciones de las últimas dos semanas llevarán a que el pico de la pandemia ya no dure quince días sino un mes o más.
¿Y ahora? Lamentablemente la situación ya llegó a un nivel crítico. Por más que se reimplanten ahora restricciones de distinto tipo el daño ya estuvo hecho y las próximas dos semanas apuntan a ser dramáticas en gran parte del país.
Por el momento, el llamado es a que se vuelva a reimplantar el autocuidado por parte de cada persona y familia. Usar el tapabocas, mantener el distanciamiento social, lavarse las manos permanentemente y otras medidas básicas de bioseguridad son la fórmula para salvar las vidas propia y de los otros. Estamos a tiempo de evitar que esta tragedia continúe enlutando a miles de hogares colombianos. No más irresponsabilidad.