* Lecciones de la peor pandemia en tiempos recientes
* Vacunas hicieron y continúan haciendo la diferencia
En una semana como esta, hace cuatro años, el 11 de marzo del año 2020 para ser exactos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el covid-19 como pandemia.
En Colombia comenzó el 6 de marzo, cuando se registró el primer caso –cuatro meses después del primer contagio ocurrido en China–. Vino después la escalada de casos importados y locales. En solo dos semanas ya eran 200 y muy pronto miles. El 23 de ese mismo mes, el entonces presidente Iván Duque ordenó el confinamiento general, medida adoptada por la mayoría de los países y que trastornó la vida cotidiana, la economía y la estabilidad de casi toda la humanidad. Fueron tiempos de pánico a medida que se multiplicaron los infectados y los muertos.
Las estadísticas oficiales señalan que 705 millones de personas han sido contagiadas hasta la fecha y que fallecieron siete millones por la enfermedad. Pero la propia OMS puso en entredicho esa estadística. Ante las imprecisiones que se derivan de la imposibilidad de lograr un registro caso por caso, estimó que tan solo entre enero de 2020 y diciembre de 2021 murieron al menos 15 millones de personas por causa de la pandemia, 84% en el sureste asiático, Europa y América, y con el 68% del total de víctimas concentrado en 10 países.
La revista británica "The Economist" fue mucho más lejos y a través del análisis de número de muertes por encima de las que se esperaban por las causas y tendencias anteriores al covid-19, elevó la cifra a 30 millones de víctimas, que incluyen casos confirmados, casos no diagnosticados, muertes por otras enfermedades debido a la interrupción de tratamientos en el confinamiento, así como los aumentos de decesos por alcoholismo, drogadicción, accidentes y violencia. En síntesis, el covid-19 es una de las peores causas de muerte en el planeta desde 1900.
Por fortuna la respuesta de la ciencia fue inmediata y exitosa. Se retomó una senda que habían iniciado en 1984 varios médicos de la Universidad de Harvard –Krieg, Melton, Maniatis y Green–, de utilizar una enzima sintetizada de ARN para elaborar en laboratorio un ARN mensajero bioactivo. Esta técnica se había aplicado en los estudios de vacunas contra VIH, gripe, rabia y diferentes tipos de cáncer. Los aprendizajes sirvieron de base para desarrollar en muy pocas semanas las vacunas contra este coronavirus, que se comenzaron a distribuir masivamente en el planeta a partir de enero de 2021. Eso cambió la historia y, por encima de los debates, leyendas y mitos que se desataron desde algunos sectores contra las vacunas, el hecho de que hasta hoy más de 95% de las muertes por covid ocurran entre personas no inmunizadas, es más que un veredicto.
Cambió muchas otras cosas la pandemia. El confinamiento lastimó gravemente las economías de personas, familias y muchos Estados. Desató una ola inflacionaria que todavía muestra sus colmillos en el mundo y exigió gastos monumentales a los gobiernos. Miles de millones de estudiantes, en especial niños y adolescentes, vieron interrumpido y afectado su proceso educativo. Las altas tasas de interés y el desorden en la cadena de suministros pusieron muchos bienes fuera del alcance de parte de la población, entre ellos la vivienda o el automóvil.
Continúa siendo un misterio el origen de la enfermedad y muchas de sus manifestaciones. Y aunque sigue enfermando y causando la muerte de miles de personas –aunque no en las dimensiones del inicio de la emergencia sanitaria–, la humanidad aprendió a convivir con el virus.
Como había ocurrido en otras pandemias a lo largo de la historia, la de covid-19 fue motivo de reflexiones y actos de contrición acerca de temas como la solidaridad, la convivencia o el respeto por el planeta. Y, también como había ocurrido antes, esas enmiendas parece que se evaporan a medida que regresa la tranquilidad. Tedros Adhanom, director general de la OMS, dijo recientemente que la humanidad no está lista para enfrentar la “enfermedad X”, el proceso misterioso o el patógeno desconocido que pueda desatar la próxima pandemia. “No estamos preparados, porque muchos de los problemas que sufrimos durante la pandemia siguen ahí”. Y pidió a los países que hagan mucho más, sobre todo para compartir la información y la tecnología.
Como se ve, si bien hoy la humanidad puede afirmar que logró superar la más grave crisis sanitaria del último siglo, los riesgos continúan latentes. Hay muchas lecciones aprendidas, pero no todas se están aplicando ni se ven los correctivos del caso.