LA tormenta Sandy llega a los Estados Unidos en momentosen los que se encuentra en su etapa final la campaña por la Presidencia, por lo que en los medios se especula sobre los efectos que tendrá ese desastre que golpea a Nueva York y otros Estados importantes. Esos cálculos y especulaciones sobre una dolorosa tragedia no son de nuestra incumbencia, esperamos que la madurez del pueblo estadounidense le permita obrar con prudencia e inteligencia en el momento de votar.
Lo que más interesa es destacar cómo a pesar de los esfuerzos, sacrificios, las cuantiosas inversiones y adelantos tecnológicos para superar los desafíos de la naturaleza que se han hecho en los Estados Unidos, siendo esa una de las razones principales que explican el nacimiento de la técnica, los elementos enfurecidos y desbordados ponen a prueba a los pueblos. Siendo así, al mismo tiempo, se debe resaltar la disciplina social, la organización y la capacidad de respuesta de la administración local, lo mismo que la disciplina que se manifiesta en el grueso de la población. Esa vocación de orden, de tomar las providencias a tiempo, de solidaridad en la familia y los vecinos para poder evacuar las zonas de más peligro sin causar mayores traumatismos o desgracias. Lo mismo se observa que la respuesta de las autoridades deriva de estudios y maniobras anteriores para estar en capacidad de actuar en tiempos de calamidad pública. Es la prevención, la confluencia de medidas que permitan evacuar a la gente de manera ordenada, una de las razones que explica que se eviten males mayores, que se producen por la anarquía y el pánico. Y sorprende el dinamismo con que se actúa para de manera rápida retirar escombros, reanudar servicios públicos, encauzar las actividades cotidianas, volver a la normalidad y no perder el ritmo de la producción.
Apenas en Nueva York, una de las ciudades más golpeadas por la tragedia, el transporte público afronta uno de las catástrofes más devastadores de su historia en 108 años. El presidente de la Autoridad Metropolitana de Transporte, Joseph Lhota, ha informado que hasta el momento no tiene memoria de un desastre como el provocado por la tormenta Sandy. La potencia ha sido tan fuerte que ha causado gravísimos daños a la estructura de transporte público. En especial a “la infraestructura del metro, trenes de cercanías, autobuses y túneles de la región”. Los perjuicios que ha sufrido el transporte privado son incalculables. El agua se desbordó por las calles causando múltiples destrozos. También entró el agua a siete túneles del metro causando grandes daños. Apenas se hacen los cálculos por ahora de lo que costará la reparación del sistema. Se sabe que las sumas son astronómicas. Uno de los túneles que más sufrió es el que une Manhattan con Brooklyn, que sigue inundado, en tanto otros túneles por donde se movilizan a diario millones de personas siguen anegados.
El metro en Nueva York transporta a la gran masa de habitantes y turistas; los daños impiden que millones de personas puedan movilizarse, lo que afecta todos los aspectos de la vida colectiva. El comercio, la escuela, la universidad, la industria, los servicios, el Gobierno y las comunicaciones. No se sabe, por ahora, cuándo se restablezcan los servicios públicos. Incluso los trenes de cercanías que llevan a la gente de las ciudades dormitorio a la ciudad se encuentran en gran medida fuera de servicio. En Nueva York, la red de metro transporta diariamente a 5,5 millones de pasajeros y cuenta con 468 estaciones en los cinco condados. Los informes indican que se desconoce cuantos de los miles de autobuses están en condiciones de poder circular, ni se han cuantificado los daños a las vías.
Pese a lo cual los habitantes de Nueva York hacen grandes esfuerzos por restablecer la movilidad, por arreglar sus viviendas, normalizar sus vidas. Hasta ahora el comportamiento de las autoridades ha sido ejemplar, han redoblado los esfuerzos por ayudar a las víctimas, mantienen bajo vigilancia estricta las zonas más vulnerables y a la delincuencia en estricta vigilancia. La población ha dado pruebas de su firme valor civil.
Y pese a la dura prueba que se extiende a varios Estados, la campaña política, el debate y las últimas propuestas de los candidatos se suceden y están siendo sopesadas por la población. Y millones de personas siguen votando anticipadamente en algunos Estados, manifestando la voluntad democrática y el empeño por sacar el país adelante.
En estas trágicas circunstancias no podemos menos de admirar y manifestar nuestra solidaridad con el pueblo de los Estados Unidos en su lucha por superar los fatales efectos de la tormenta Sandy.