2016, récord histórico en calor

Martes, 20 de Diciembre de 2016

"Más que en cualquier otro momento de nuestra historia, nuestra especie tiene que trabajar junta. Nos enfrentamos a retos medioambientales impresionantes: el cambio climático, la producción de alimentos, la superpoblación, la destrucción de otras especies, las enfermedades epidémicas y la acidificación de los océanos… Todos ellos juntos son el recordatorio de que estamos en el momento más peligroso del desarrollo de la humanidad. Ahora tenemos la tecnología para destruir el planeta en el que vivimos pero aún no hemos desarrollado la capacidad de escapar de él". La sentencia es de nadie menos que del físico teórico Stephen Hawking, considerado como una de las personas más inteligentes del mundo, y quien en una reciente columna de opinión para un diario británico advertía sobre los riesgos a que se enfrenta la humanidad por su propia causa.

Esas palabras que para algunos pueden sonar alarmistas y demasiado apocalípticas, empiezan a dejar de serlo cuando se constatan realidades como aquella confirmada ayer en torno a que 2016 marcará el récord como el año con las temperaturas promedio más altas de los tiempos modernos. 

El calentamiento global sigue su inexorable curso. La utilización de los combustibles fósiles y otras prácticas industriales, agrícolas y de desarrollo urbanístico en todo el planeta continúan generando gases de efecto invernadero que encapsulan el calor en la atmósfera y la consecuencia no es otra que un aumento de las temperaturas en todo el mundo.

Algunos informes científicos señalan que el récord de calor este año fue producto del fenómeno del Niño que se registró en el primer semestre en el océano Pacífico ecuatorial y el aumento de la temperatura en el Ártico, con la correspondiente disminución de los casquetes helados, pero que en 2017 la tendencia podría desacelerarse no sólo porque no están previstos fenómenos climáticos extremos, sino porque ya empiezan a ser más palpables algunos resultados de los convenios mundiales para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero. Tendencia que debería intensificarse progresivamente en la próxima década cuando se activen los nuevos compromisos asumidos en las conferencias sobre cambio climático de París 2015 y la reciente de Marrakech.

Pero también hay expertos que no son tan optimistas y consideran que el cambio climático es irreversible. No solo advierten que las grandes potencias quieren ponerle trabas al compromiso global para que la temperatura mundial no aumente más allá de dos grados respecto a la era preindustrial, sino que recalcan que el incremento del calor genera un efecto dominó negativo en todo el planeta con consecuencias graves en materia de disponibilidad de agua, oferta alimentaria, recursos no renovables, flora y fauna…

Las estadísticas son muy dicientes: la extensión promedio de hielo marino en el Ártico es 1,9 millones de kilómetros cuadrados menos que el promedio del lapso 1981-2010; los desastres naturales sumen en la pobreza a 26 millones de personas al año y cuestan medio billón de dólares en pérdidas; las concentraciones de los tres principales gases de efecto invernadero alcanzaron nuevos máximos el año pasado; el nivel de los océanos sube gradualmente en el planeta unos 3,3 milímetros por año; fenómenos climáticos extremos vinculados al calentamiento, como las sequías, incendios forestales, inundaciones y huracanes se han duplicado desde 1990;  de un total de 8.688 especies amenazadas o casi amenazadas, un 20 por ciento lo son por el calentamiento global; entre 1996 y 2015 hubo 11 mil fenómenos extremos que causaron más de 500 mil muertes a lo largo y ancho del planeta…

Podríamos seguir sumando a ese listado estadísticas a cual más preocupantes de muchos otros tópicos. Lo cierto es que el cambio climático es una realidad de la que nadie se puede escapar o aislar, por más precauciones que adopte aisladamente, trátese de una persona, una comunidad o incluso un país. Si bien acuerdos como el de París el año pasado evidenciaron que hay voluntad de asumir compromisos globales para limitar el alza en las temperaturas, falta ver si los mayores emisores de gases de efecto invernadero cumplen sus metas. De lo contrario, como lo advirtió Hawking, en unas pocas décadas la humanidad se enfrentará a la mortal paradoja de una civilización que cavó su propia tumba.