- Declaran una “emergencia nacional”
- Más de 60.000 muertes el año pasado
Un informe del prestigioso periódico The New York Times reveló que los analgésicos por prescripción y la heroína provocaron unas 60.000 muertes por sobredosis en Estados Unidos el año pasado, lo que habría representado un aumento de 19 por ciento frente a 2015. Se trata de saldos fatales sin antecedentes. Es más, las estadísticas muestran que por esa causa han muerto más estadounidenses que en la guerra de Vietnam.
Las autoridades que investigan la procedencia de la heroína estiman que en su mayoría viene de naciones asiáticas, en tanto que las redes de internet son la principal herramienta de comercio de esta droga, al punto que hay páginas que ofrecen de forma velada todas las facilidades para surtir a los compradores por correo.
No hay olvidar que los adictos de la heroína son verdaderos esclavos del vicio y hacen cuanto esté a su alcance para conseguirla. Ello está llevando a que aumente la violencia en muchas ciudades norteamericanas con el consecuente incremento delictivo derivado. Los cuerpos médicos especializados que atienden a los narcodependientes advierten, no sin poca resignación, que en la mayoría de los casos es muy complicado disminuir el grado de adicción a los opiáceos, lo que conduce de manera inevitable a los pacientes a altos grados de desesperación y ansiedad. Los costos para el sistema de salud pública por la atención de la población de adictos son cada día más elevados e insostenibles…
Es, precisamente, por todo lo anterior que el presidente Donald Trump ha decidido encarar esta crisis, catalogándola incluso de “emergencia nacional” y proyectando una estrategia sin antecedentes en ese país para luchar contra este flagelo, sobre todo en el combate de las mafias que se lucran de este vicio. Si bien en Colombia se cultiva amapola, de la que se deriva la heroína, la participación de esta droga colombiana en la oferta en Estados Unidos es muy baja, siendo, como se dijo, el llamado el “triángulo del opio” asiático el que provee la mayor cantidad.
Las centenares muertes súbitas de jóvenes adictos y de otras edades han llevado a que las autoridades concluyan que hay una problemática que requiere un plan de choque urgente, efectivo y a gran escala. Por ejemplo, en estados como la Florida, las muertes por causa de esta adición superaron las 4.000 el año pasado. En muchos casos se trata de personas que fallecen por sobredosis. Algunas cifras muestran que entre 2014 y 2015 se registró en algunas zonas un aumento del consumo de un 100 por ciento. Como la mayoría de los adictos consumen la droga en la clandestinidad, sus familias y amigos se enteran de la penosa situación cuando es demasiado tarde.
Una de las dificultades principales para combatir a los carteles de la heroína es que son tan grandes los dividendos que obtienen que, por lo general, alimentan las alforjas de poderosos movimientos que se disfrazan de subversivos y desde la clandestinidad se dedican a repotenciar cultivos, rutas de tráfico y distribución a nivel regional y local en países occidentales.
Más grave aún es el hecho de que los expertos advierten cómo muchas personas, en realidad, comienzan abusando del consumo de los analgésicos y en poco tiempo derivan en el uso heroína. Ello explica por qué la cifra de muertes por opioides se eleva de manera fatal y exponencial en Estados Unidos.
¿Funcionará el plan de choque que ha prometido activar la administración Trump? Esa era la pregunta que muchos se hacían ayer en ese país. Es claro, como lo dijo el propio titular de la Casa Blanca que “es un problema serio, un tipo de problema que nunca antes hemos tenido". Sin embargo, el combatir la drogadicción como un problema de salud pública -desde el punto de vista del consumidor- y como un problema de índole criminal -en lo que hace a la persecución de las mafias locales y extranjeras- no es una tarea sencilla ni automática.
Y también es claro, como lo advertían otros expertos, que este nuevo enfoque antidroga en EU va a impactar toda la estrategia externa de lucha contra el narcotráfico promovida por la Casa Blanca, en la que Colombia, que ahora registra un crecimiento inusitado de narcocultivos y de producción de cocaína, juega un papel central.
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