Reunidos en Irak los dirigentes árabes están divididos sobre la utilidad de armar a la rebelión en Siria, donde el ejército proseguía sus operaciones contra las ciudades rebeldes.
Con la excepción de Túnez, ningún país pidió directamente la partida del presidente sirio, Bashar al Asad, en esta cumbre de la Liga Árabe organizada en Bagdad por primera vez en más de veinte años.
Arabia Saudí y Qatar, partidarios de armar a la oposición, mostraron su irritación enviando apenas a funcionarios de segundo rango. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se mostró firmemente opuesto a esa idea.
"Según nuestra experiencia en Irak, armar a los dos bandos en el conflicto conduciría a una guerra regional e internacional por procuración en Siria", afirmó. Eso "prepararía el terreno para una intervención armada foránea en Siria, lo que violaría la soberanía de un país árabe hermano", agregó.
Según él, "un diálogo nacional es la mejor solución para la crisis".
Moncef Marzuki, presidente de Túnez, donde comenzó la Primavera Árabe, se mostró muy duro con el régimen sirio y pidió a Asad que se vaya.
"Hay que aumentar la presión y convencer a sus últimos aliados de que este régimen está muerto, que hay que ponerle fin y que no tiene futuro", dijo.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a al Asad a aplicar sin demora el plan elaborado por el enviado especial Kofi Annan.
El presidente sirio afirmó este jueves que su país "no dejará de esforzarse para que la misión tenga éxito", aunque hizo algunas "observaciones" al contenido de dicho plan, que no detalló.
Asad advirtió que a cambio de ese apoyo gubernamental habrá que atajar "el terrorismo" en el que según él consiste la rebelión contra su régimen.
El plan de Annan, enviado de la ONU y la Liga Árabe a Siria, pide el cese de toda la violencia armada por todas las partes, una tregua humanitaria diaria de dos horas, y el acceso de la prensa a todas las zonas afectadas por los combates.
También preconiza un diálogo político, el derecho a manifestarse y la liberación de las personas detenidas arbitrariamente.
En la "Declaración de Bagdad" puesta a punto el miércoles por los cancilleres de los países árabes y que se espera sea adoptada en la cumbre, los dirigentes regionales apoyan "el legítimo deseo de libertad y de democracia del pueblo sirio que desea elegir su futuro, y apoyan un traspaso pacífico de la autoridad".
"Denuncian la violencia, los asesinatos y el derramamiento de sangre, se pronuncian en favor de una solución política mediante negociaciones nacionales, rechazan la injerencia extranjera en la crisis siria".
Asimismo apoyan "la misión de Kofi Annan para iniciar negociaciones políticas entre el gobierno y la oposición sirias".
Diez de los veinte jefes de Estado árabes invitados estaban presentes en la reunión. Siria fue excluída debido a la represión de la revuelta iniciada el 15 de marzo del año pasado.
Esta reunión, que marca el retorno oficial de Irak a la familia árabe, está marcada simbólicamente por la venida del emir de Kuwait, más de veinte años después de la invasión de su país por las tropas de Sadam Husein, el dictador ejecutado a fines de 2006.
Sobre el terreno, el ejército sirio proseguía sus operaciones contra los rebeldes en varios puntos del país, violando según Estados Unidos las disposiciones del plan de Annan.
Al menos 14 civiles sirios murieron este jueves en actos violentos en las provincias de Idleb (noroeste), de Homs y de Hama en el centro de Siria, donde también murieron ocho militares y un desertor, según una ONG siria.
En Bagdad, un obús de mortero cayó sin causar víctimas cerca del lugar de la cumbre árabe, pese a unas medidas de seguridad excepcionales.
Además de Siria, la "Declaración de Bagdad" abordará la cuestión palestina, Somalia y las armas nucleares en poder de Israel.