‘FIERRO’ es un término en Colombia que no solo se relaciona con armas de fuego, especialmente en el mundo criminal; es también el apellido de los personajes principales de la nueva película llamada Los Fierros, que se exhibe a partir de este 12 de septiembre en diversas salas de cine del país.
Según destaca la producción del filme, el título se relaciona con la idea de que “heredamos nuestros lazos de sangre como cargas o bendiciones, pero nunca como elecciones”.
Así también lo cree su director, Pablo González, quien en diálogo con la Agencia Anadolu contó que su película es una apuesta por el thriller y el cine negro para hablar sobre la familia en general.
“Para los latinoamericanos, que no tenemos un Estado que nos cuide, como sucede con los europeos, lo más importante de nuestra organización social es la familia, la base de todo. Es una institución que nunca está en duda, pero yo pienso que en algunos casos por haber nacido en una familia se está condenado a ciertas cosas que tú no escogiste”.
El filme narra la historia de Federico Fierro, un hombre de mediana edad experto en motocicletas que sale de la cárcel tras participar en un fallido robo. Regresa a su pueblo y a su familia en busca de redención y de comenzar una nueva vida. Sin embargo, se encuentra con que las cosas no han cambiado mucho en ese entorno turbio. Está el amor de su madre, la desconfianza de su padrastro, la fidelidad de su hermano, la atracción por una mujer prohibida y la ilegalidad que peligrosamente va acorralando a su familia.
Dentro de las convenciones del cine negro está presente la idea del destino, eso “que está trazado para ti. Pero en este caso desde el destino de una familia”, dice González. También identifica su película con otro reconocido género, el “western”, las películas del oeste, las cuales normalmente suceden en lugares con espacios abiertos, una carga simbólica muy fuerte, además de presentar “universos cerrados donde los personajes representan ideas o formas de ver el mundo”, asegura.
Con su película González pretende jugar con las convenciones del cine de género, escaso en producciones colombianas. El cineasta explica que Los Fierros “está caminando en un territorio medio… Cuando le hablan de cine a muchos colombianos, lo relacionan con dos corrientes: cine de autor, personal, de festivales; y del otro lado el cine mucho más popular, de las comedias que se estrenan en diciembre”.
González afirma que esta es “una película llena de adrenalina, con elementos cercanos a un cine comercial, pero bajo unas capas que se pueden leer con un poco más de profundidad”. Por su parte la producción señala que en Los Fierros “se pone en crisis nuestro sistema de valores morales, en donde se desvanece la delgada línea entre el bien y el mal”.
Incluso señalan a otros filmes nacionales de género como influencia, como 'La sangre y la lluvia' (2009) de Jorge Navas; 'Soplo de vida' (1999), de Luis Ospina; 'Perder es cuestión de método' (2004), de Sergio Cabrera; 'La gente de la universal' (1993), de Felipe Aljure, o 'La virgen de los sicarios' (2000), de Barbet Shroeder, entre otras.
González no es nuevo en el mundo cinematográfico colombiano, que hace unas décadas contaba con escasa producción, pero a raíz de medidas como la ley 814 (2003) o Ley de Cine, facilidades para producciones internacionales, reconocimientos y la difusión vía servicios de streaming, ha visto un resurgir en la cantidad y calidad de sus producciones.
Este director ha hecho dos maestrías en estudios cinematográficos en París y Berlín. Ha escrito y dirigido dos largometrajes y diez cortometrajes. También ha incursionado en canales de streamming y cable como guionista: 'Historia de un Crimen: Colmenares', en Netflix, y co-director de 'Mil Colmillos' (2019), serie de HBO Latinoamérica.
A pesar de contar con ciertas facilidades de distribución internacional para la película y de haberla presentado en festivales internacionales en Roma, Nueva York y La Habana, González confiesa que su película está diseñada para el mercado local.
Desea que los espectadores colombianos, más allá de identificarse con los personajes, “se vean en una situación como esas, estar en esta situación de la familia contra la ley, tratar de reafirmar mi vida como yo la quiero vivir o cuidar a los que están alrededor mío”.
A pesar de los deseos de González de tener un gran recibimiento en la salas de cine de Colombia, cuando se estrene en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla o Cartagena, acepta la idea de que una vez se saca una pieza creativa “ya no me pertenece a mí y ya cada uno es libre de interpretarla como quiera”.
Aunque no le afecta que vean en su película mensajes cifrados o políticos, aclara que no le interesa “hacer reivindicaciones o mensajes sociales. No está dentro de mi proyecto cinematográfico… Yo no parto de ahí en mi trabajo creativo”. No obstante, dice que entiende que su historia puede relacionarse con el tema de la paz y la reincorporación.
“Claramente hay o ha habido lecturas sobre la dificultad de la gente para reintegrarse a la sociedad -como le sucede a Federico Fierro, el personaje principal- cuando la sociedad entera dice usted no, no funciona, no sirve, usted no es bienvenido, sus errores pesan más de lo que usted puede querer en este momento”.
El que quiera relacionarlo con el momento político del país, “bienvenido”, dice. Sin embargo, resalta que sus intereses como cineasta están más en los conflictos menos coyunturales, como el de la hermandad y la familia.