Después de varios meses de confinamiento por el coronavirus, sentir temor de salir a la calle es normal debido a los cambios y a las rutinas que se han tenido que implementar desde que empezó la cuarentena. El llamado síndrome de la cabaña o miedo a salir de la casa ha generado en las personas desasosiego, tristeza, impaciencia, nerviosismo, problemas de insomnio o sensación de soledad.
De acuerdo con Diana Carolina Ramírez, psicóloga especialista en trastornos afectivos y emocionales, magíster en psicología clínica que se desempeña como docente de educación superior de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, directora de la organización Genhos, líder del proyecto 'Tejiendo infancia' y atención de casos particulares durante 10 años, señaló que el síndrome de la cabaña no se encuentra tipificado como una enfermedad de salud mental, sino que es un término que ha surgido durante el confinamiento para explicar el miedo a salir de casa.
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“‘El síndrome de la cabaña’ es un término que se ha utilizado para explicar el miedo que está experimentando la población para salir de casa luego de permanecer un tiempo considerable en una zona de seguridad”, explicó.
Añadió que este término" ha reunido una sintomatología normalizada relacionada con el miedo que experimentamos muchos de nosotros, un miedo normalizado ya que nos estamos enfrentando a una emergencia médica considerable que atente directamente nuestra supervivencia, donde no hay información estable sino variable y nos genera una sensación de poco control, anticipación, autodominio y pronóstico. Cabe resaltar que esta situación de pandemia no solo atenta la supervivencia personal sino que genera una desequilibrio emocional y mental, ya que están en riesgo nuestros familiares que tienen un edad considerable”.
Causas y consecuencias
Señaló la especialista que existen muchas razones por las cuales se presenta el miedo a salir en las personas y que estas, pueden ser variadas desde la población. “Una de ellas está relacionada con el miedo a contagiarse, que es normal debido a que no estamos acostumbrados a tantos protocolos de prevención e higiene, estamos en una sociedad donde vivimos acelerados, con un gradiente de estrés significativo y en estos momentos, debemos ser más conscientes de nuestro actuar para no cometer errores, para protegernos y evitar el contagio”.
Expuso la experta que al inicio “esto va a generar un agotamiento mental mientras adaptamos nuestros nuevos hábitos, protocolos e instrucciones que varían de día a día por parte del Gobierno como acción primordial para contrarrestar la pandemia, esta población, posiblemente, tendrá altibajos emocionales debido a la poca sensación de control y la frustración por los olvidos ocasionales que puedan surgir”.
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Además explicó que “hay otro grupo de la población que presenta síntomas de dificultad mental preexistente y durante el tiempo de confinamiento se intensificaron los síntomas; hemos visto en diversos reportajes cómo estos pacientes, que entraron en periodo de confinamiento y suspendieron su proceso psicológico debido a su nivel económico y retrocedieron los avances terapéuticos, han ocasionado un incremento en las llamadas al 123 para solicitar asistencia psicológica y psiquiátrica. Si bien, un porcentaje ha retomado sus consultas de manera virtual, el restante aún continúa con síntomas que generan disfuncionalidad en su diario vivir”.
Agregó que “otro grupo de la población encontró un equilibrio entre lo laboral y el hogar, que para algunos es reconfortante. Por último, encontramos aquellos que desean salir por diversas razones para sobrevivir económicamente, las personas que son escépticas frente al covid-19 y vuelve el círculo del miedo a salir debido a que esta última población no lleva a cabo los protocolos”.
Por otra parte, dijo, “se estima que no solo nos estamos enfrentando a un pandemia biológica sino que se avecina una segunda pandemia que está relacionada con la salud mental, durante este tiempo de confinamiento observamos que nuestra población presenta dificultades significativas a nivel mental donde podemos evidenciar que se han incrementado las solicitudes en atenciones psicológicas individuales y familiares, el incremento en problemáticas sociales tales como la violencia intrafamiliar, maltrato infantil, dificultades de pautas de crianza, abuso sexual infantil, intentos de suicidio ocasionados por la afectación emocional y afectiva, los problemas recurrentes en la salud mental de los adultos mayores, nos da indicios de ello”.
Advirtió que muchos necesitarán ese apoyo a nivel clínico “para ajustarse a las rutinas, no podemos estimar cifras aún. Sin embargo, sabemos que todos los profesionales que trabajamos en la salud mental vamos a estar saturados de consultas e invito a todos estos profesionales a realizar una labor con ética y profesionalismo, realizando un valoración ardua para observar si el caso puede ser atendido de manera remota”.
El miedo
Deseo explicar de manera breve que el miedo que vamos a experimentar es normal, nos desajustamos de nuestras rutinas y ahora, volver a retomarlas será un reto. Sin embargo, debemos identificar cuándo pasa de ser un miedo normalizado a un miedo que necesita atención por psicoterapia. Si estás experimentando síntomas con alta frecuencia, duración e intensidad, al igual que la afectación en el diario vivir, van a ser el indicador.
Ejemplo si todos los días siento miedo y cada vez es más intenso, los síntomas se me salen de control o una vez experimento los síntomas duro mucho tiempo con la angustia, puede ser un indicador para consultar a un especialista.
Es importante tener en cuenta que al inicio vamos a sentir miedo, y este hace parte de la supervivencia del ser humano, pero si experimentamos algo de lo anterior es mejor solicitar acompañamiento. Es importante evitar el autodiagnóstico, así como búsqueda de información por la web ya que puede generar mayor dificultad que beneficios, somos muchos los profesionales en salud mental que podemos apoyar estos procesos.