¿Está la música clásica condenada a repetirse? Para nada, y menos tratándose de Beethoven, sostiene Pablo Heras-Casado, el director de orquesta español con mayor proyección del momento y apasionado explorador de la obra del alemán, cuyo 250 natalicio se celebra este año.
A sus casi 43 años, Heras-Casado lleva más de dos décadas dirigiendo en los escenarios más prestigiosos de Europa y Estados Unidos. El 25 de este mes debutará en la Scala de Milán con obras de Wagner, Prokofiev y Schönberg.
A la espera de ese nuevo reto, que aguarda con “mucha ilusión”, reflexiona sobre su búsqueda de la originalidad en una entrevista con AFP en el Teatro Real de Madrid, donde es el principal director invitado.
“Perpetuar una tradición sobre la que uno no ha pensado ni reflexionado es la muerte del arte, y una señal de pereza intelectual”, sentencia.
Su repertorio abarca desde el Barroco hasta la música de Vanguardia, pero su mayor debilidad se llama Ludwig van Beethoven: “me ha acompañado durante toda mi vida”, dice sonriente.
Apoyado en una elaborada armazón teórica, Heras-Casado viene aplicando con el compositor de Bonn el llamado enfoque historicista: interpretar sus obras con instrumentos de la época y con una lectura apegada a la partitura original, que prescinda de la pátina de los cánones heredados de algunos directores de referencia del siglo XX.
La diferencia para el oyente, en comparación con una orquesta sinfónica moderna al uso, es sensible.
En el siglo XVIII y XIX las cuerdas de los violines, las violas y los violonchelos no eran metálicas como ahora, sino a base de tripa de cerdo, lo que produce un sonido menos potente y obliga a una ejecución algo más rápida de la partitura. El sonido del viento metal también cambia: menos incisivo y más ancho.
“En teoría tienen posibilidades más limitadas” estos instrumentos, utilizados en las actuales orquestas barrocas, apunta.
Pero si se deja “que hable la música surge algo mucho más rompedor” que ese “molde” con el que a menudo se oye y repite el repertorio clásico en los auditorios y los conservatorios de música.
“Cuando uno conoce algo más de la verdad, de la esencia del arte de un compositor, a nadie se le ocurriría volver a taparlo con una dosis de lugares comunes”, defiende Heras-Casado, convencido de que en cada interpretación hay que “intentar ofrecer la posibilidad de reescuchar de nuevo una obra”.
Beethoven, clásico y actual
El director español lleva una década trabajando esta forma de interpretar con la Orquesta Barroca de Friburgo, especializada en ese prisma historicista que hasta hace unos años sufrió de cierto esnobismo por parte del público y algunos críticos.
Con esa formación acaba de grabar para la discográfica Harmonia Mundi una serie de obras emblemáticas de Beethoven: los cinco conciertos para piano y orquesta, la Novena sinfonía y el triple concierto para violín, violonchelo y piano.
Un autor, el alemán, de gran actualidad, pues sostiene Heras-Casado que fue “el primer compositor moderno por su actitud personal”, y por su “no querer pertenecer a un orden establecido”, tal como demostró al tachar la dedicatoria a Napoleón de la Tercera Sinfonía, después de que este se proclamase como emperador de Francia.
Boulez, entre sus maestros
En sus orígenes, nada predisponía a semejante carrera a este andaluz de Granada que se crio en una familia ajena a la música clásica y se inició cantando en el coro de su colegio.
Más adelante vendrían los estudios de piano y luego de dirección, con maestros como el pianista y director de origen argentino Daniel Barenboim, “una gran mente”, y el compositor y director francés Pierre Boulez (1925-2016), un “iconoclasta” que le inculcó “la fidelidad a la partitura”.
Hasta la fecha ha dirigido prestigiosas orquestas como la Filarmónica de Múnich, la Filarmónica de Viena, la Staatskapelle de Berlín, y las sinfónicas de Boston, Chicago y San Francisco.
En el Teatro Real de Madrid proseguirá en 2021 con Sigfrid, la tetralogía wagneriana del Anillo del Nibelungo, un encargo operístico de 16 horas de música en total que define como “uno de los proyectos más apasionantes de su carrera”.
Su compromiso más inmediato, también en el Real y con un 50% de aforo, será el 19 de octubre.
Un concierto benéfico contra la pobreza infantil en España, apadrinado por la ONG Ayuda en acción, de la que es embajador, y en el que espera ver abundante público, porque en estos tiempos de zozobra pandémica “lo necesitamos todos como sociedad”. Dirigirá, de Beethoven, la Séptima sinfonía y la Obertura Coriolano.