Reivindicar el rol de la mujer en la historia es la misma lucha por la que la artista Ana María Millán, el colectivo Las Andariegas y Tarsila Beita se han unido en Mesa verde, una exposición donde su mensaje llega hasta los espectadores a través de la poesía, la pintura y el videojuego.
Durante 18 meses se gestó este proyecto que incluyó diversas interacciones para la construcción de memoria histórica a través de la ficción y del juego. La muestra habla de un museo de la memoria donde se permite el pensamiento poético, visual, lúdico y popular, a la vez que se hace preguntas y cuestiona el mismo espacio que lo alberga proponiendo posibles estrategias y soluciones.
“Para nosotras Mesa Verde representa un espacio de diálogo posible producto del Acuerdo de Paz. Nuestro diálogo es desde las mujeres, la lucha por el territorio y por la autonomía de los cuerpos”, explicó Millán en entrevista a EL NUEVO SIGLO sobre esta muestra que acogerá Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, a partir del 9 de este mes hasta el 9 de diciembre.
El objetivo de la exposición es generar reflexiones sobre el papel de las mujeres y las poblaciones diversas en la historia y la lucha por la reivindicación de sus derechos, la autonomía de sus cuerpos y de sus territorios.
Ana María, ganadora de la convocatoria, además señala que “fue muy importante realizar este trabajo con Las Andariegas y Tarsila Beita, pues con ellas pudimos desarrollar un proyecto contado desde la poesía, la pintura y el videojuego, este último considerado como un formato popular y accesible para muchos públicos”.
¿Qué se podrá encontrar?
Mesa verde está conformada por tres piezas que se exhibirán en dos salas distintas de Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria. En la primera sala se encuentra el videojuego Las socias, con seis estaciones de juego para que los visitantes interactúen con el contenido. Este fue un trabajo colectivo realizado por Ana María Millán y Las Andariegas, donde se narran las experiencias de las mujeres en la lucha por el territorio.
“Hablamos desde nuestros cuerpos y posiciones como mujeres y diversidades que somos. No es que se nos haya ocurrido esto como algo externo a nosotras. Por ejemplo, yo tuve que emigrar de Colombia para poder mandarle plata a mis papás para que se mantuvieran, entonces no dialogamos como si la memoria de las mujeres fuera un objeto externo o de estudio, sino que hablamos desde nosotras mismas, nuestras experiencias y vivencias con relación en la historia de Colombia”.
Por otro lado, en la segunda sala se presenta una instalación sonora con seis poemas de Tarsila Beita, cada uno de ellos está inspirado en los personajes del videojuego Las socias. Los poemas son una voz de aliento y entusiasmo que permite entender desde otra perspectiva las memorias detrás de cada personaje.
Así mismo, en esta sala se podrán apreciar seis acuarelas sobre papel de algodón realizadas por Ana María Millán en honor a cada una de las heroínas de Las socias.
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El videojuego: un pilar
El videojuego fue el resultado de un proceso que comenzó con un juego de roles físico entre siete mujeres, realizado entre septiembre y noviembre de 2020, y que dio como resultado una metodología de intercambio de saberes a través de la Ficcionalización de personajes, locaciones y narrativas.
“El videojuego comienza con un juego de roles con respecto al teatro, donde participaron también muchas personas. Un trabajo de cuerpo, narración histórica y de toma de consciencia histórica y de ello es que sale el videojuego, que es solo un reflejo de todo este trabajo de un año y medio que hemos venido haciendo juntas y donde además se fue todo el presupuesto, se usó para la gente. La muestra dialoga con los sistemas de presentación artísticos y también con un lenguaje popular, que es el videojuego”, señaló Millán.
Este proceso permitió crear un espacio de y para las mujeres y las diversidades. A partir de esto, se construyeron los contenidos específicos, con personajes o alter egos que permitieron de manera paralela, por un lado, hablar de momentos que han sido pasados por alto y silenciados por la historia oficial colombiana y, por otro, destacar el papel de las mujeres en las luchas territoriales.
El videojuego está inspirado en las propuestas de las mujeres para la paz. Los personajes son el reflejo de cada una de las personas que participaron con su hacer en el proceso de conceptualización y construcción del contenido digital a través de sus experiencias e historias. La representación de los personajes entonces responde a la identidad ficcional de cada participante.
Los personajes exploran nueve mundos y nueve luchas distintas que van transcurriendo a medida que avanza el juego.
Al final, los personajes hablan desde la poesía y la lúdica sobre la construcción de paz, el fortalecimiento de la colectividad, la reforma agraria, la soberanía alimentaria y sobre todo de la autonomía de las mujeres y diversidades.
Las manos de una lucha de miles
Para Ana María esta batalla, en un trabajo conjunto con Las Andariegas y Beita, por dar a conocer el papel de la mujer en la construcción de la memoria histórica en Colombia a través de Mesa Verde, “fue una juntanza. Es una lucha de nosotras para poner en diálogo el papel de las mujeres en la historia, de la lucha por la autonomía del territorio. En ese sentido nos encontramos en la misma lucha”, por la que trabajan miles.
Desde 1998 Ana María desarrolla proyectos de manera colectiva y personal alrededor de las artes visuales. Hace parte del colectivo Helena Producciones en Cali, con el cual ha indagado sobre las formas de producción de arte en contextos específicos, de acuerdo con las realidades socioeconómicas de cada territorio. Desde este trabajo, Millán y el Colectivo Helena Producciones han organizado y curado siete Festivales de performance en Cali y han desarrollado, como programa pedagógico, La escuela móvil de saberes.
Las Andariegas, un colectivo que gestiona proyectos comunicativos desde enfoques de paz, diferenciales y de género, utiliza la formación-producción en formatos de comunicación para alcanzar objetivos en la identificación de violencias basadas en género, construcción de paz, resolución de conflictos, reconciliación, no repetición de vulneración de derechos humanos, fortalecimiento de la autonomía comunitaria y cuidado ambiental, entre otros.