De nuevo la emergencia del Covid-19 está demostrando el desconocimiento que existe sobre los procesos educativos en la mayoría de los funcionarios públicos. Preocupa que se habla de donaciones de tabletas, de compras masivas, pero no de compra de libros de texto y materiales educativos.
Una tableta no educa, lo hacen los contenidos curricularizados, editados y pensados para los estudiantes. Las estrategias deben venir acompañadas de una masiva compra o dotación de contenidos educativos para los estudiantes y los profesores.
El riesgo latente
Las investigaciones han demostrado que los famosos “jóvenes multitareas” no existen. Estas investigaciones concluyen algo lógico, sabido por los profesores desde hace mucho tiempo: el aprendizaje depende de la creación de hábitos y de las habilidades que los docentes orientan para desarrollar los procesos de pensamiento en sus estudiantes, y no en entregar tabletas o pretender que navegando en Internet se lograrán mejoras del aprendizaje.
La pandemia ha demostrado que las familias y el Gobierno no estaban preparados para tener a los hijos en casa, que hoy más que nunca necesitan recursos educativos para aprender, para continuar su proceso de formación. Algunas editoriales de libros de texto han manifestado que en los colegios privados de calendario B se presentó una particularidad este semestre. Para sorpresa de lo que se dice en los medios, los profesores han visto la necesidad del libro impreso. Que los niños tengan el material en casa para leer, para que los adultos los acompañen y los orienten. Así, que más que tabletas, se inclinaron con la compra de libros impresos.
Según Luis Carlos Gil, gerente de Educar Editores, la crisis evidencia una necesidad de contenidos, que tiene dos vertientes, el del libro como propuesta y los recursos digitales a partir de plataformas u objetos de aprendizaje. Los libros pueden ser impresos o digitales y en la mayor parte de Colombia se requiere el impreso ante las limitaciones del internet, el acceso y las limitaciones tecnológicas. Afirma que las editoriales están en capacidad de responder a las necesidades de dotación en las regiones.
El Ministerio de Educación no puede tener una lógica pasiva. Los contenidos que tiene la página Colombia Aprende tienen errores, son de acceso complicado, dificultan el aprendizaje, se requiere de una curricularización y orientación a los grados y a las dinámicas escolares. Por eso, es importante que se vuelva a comprar dotaciones de libros de texto y materiales educativos de quienes llevan décadas haciendo el trabajo.
Un estudio de 2019 del Centro de Estudios en Ciencia y Educación de la Universidad de Harvard afirma que los estudiantes que toman notas en computadores portátiles y tabletas obtienen calificaciones significativamente peores que los que lo hacen a mano, porque se distraen en páginas de Internet, en las redes sociales y viendo videos. A pesar de todas las promesas y facilidades de la tecnología los métodos tradicionales pueden ser más efectivos. Los investigadores analizaron las calificaciones de más de 5 mil estudiantes y encontraron que además de que en promedio los del entorno digital tienen más bajos resultados, los jóvenes con mayores dificultades de aprendizaje son los más afectados.
La educación digital también requiere ser de calidad y de materiales acordes a las necesidades de las instituciones y de los estudiantes.
Las mejoras no pueden venir de exponer impresionantes estadísticas de entrega de tabletas para resolver los problemas de la educación del país. Tampoco hablar de miles o millones de contenidos virtuales. Cuando ocurre eso, se olvida lo más importante: la educación no es llenarse de contenidos, la formación de un ser humano requiere de la interacción, del debate, de la lectura, de las tareas orientadas, de la práctica, de la construcción de argumentos y hoy los libros, pueden ser el camino para cerrar la brecha histórica que han tenido las directivas educativas regionales y nacionales al negar la posibilidad de contenidos de calidad a los estudiantes del país.
Por Mario F. Hurtado
Colaborador de EL NUEVO SIGLO
Especialista en educación