Las conductas repetitivas que se han impuesto a fuerza de voluntad son expresadas por la artista Margaret Mariño en una serie de fotografías donde se aprecia cómo toda imagen es el resultado de un acto obsesivo que la encuentra a pesar de la contingencia de las circunstancias y la velocidad regulada con la que la vida pasa, una idea íntima que logró expresar en el proyecto audiovisual “Las obsesiones no se negocian”, apoyado el Ministerio de Cultura, el cual finaliza el 15 de febrero en el espacio ‘Flora ars + natura’.
En su trabajo, Margaret toma una imagen que encuentra e imagina en ella lo que desea, construyendo – y cabe anotar que no se trata solamente de un ejercicio de ficción sino también de su materialización en el cuerpo- la realidad de una mujer que repite una sucesión de acciones en el secreto del encierro.
Esto lo hace a través de los objetos de una cotidianidad cuyos efectos sólo aparecen enunciados por la acumulación de materias: planas enteras hechas con esperma de vela, colecciones de espinas de rosa que clava y retira de superficies blandas, lápices gastados con puntas perfectamente afiladas y semillas cuidadosamente extraídas de la piel de la fresa, con las que se reivindica el ejercicio de una intimidad que se relaciona de manera autónoma con las condiciones sociales establecidas.
Aquello que aparece en la forma de una obsesión no es negociable solamente porque sea la expresión enferma de una conducta que se repite en contra de nuestra mejor voluntad, sino sobre todo porque es la respuesta íntima y sintomatológica al régimen; tanto cuando surge directamente de sus condiciones represivas, como cuando se sobrepone a éstas indirectamente dando un carácter de legitima libertad a los instintos caprichosos de la propia naturaleza.
De esta manera el video reúne capas de imágenes que hacen referencia a cuerpos en medio de estructuras de control, en contraste con voces que afirman la posibilidad de un cuerpo del que han desaparecido todas las certezas en nombre de la embriaguez de su sola obsesión.
Con la exposición, Margaret Mariño cierra la programación de un espacio dedicado a la comisión de proyectos audiovisuales en FLORA ars+natura que son presentados en La Caverna, un espacio apoyado por el Ministerio de Cultura a través del Programa Nacional de Concertación Cultural.
Este programa se trata de una convocatoria anual y pública que tiene el objetivo de impulsar, facilitar, apoyar y hacer visibles procesos y actividades culturales de interés común a través de la entrega de recursos económicos, los cuales son otrogados precisando requisitos de participación, criterios de selección, de evaluación, asignación de recursos y de seguimiento al uso de los recursos públicos a través del apoyo financiero a los proyectos presentados por personas jurídicas del sector público como gobernaciones, alcaldías y entidades públicas de carácter cultural, cabildos, resguardos y asociaciones indígenas, consejos comunitarios de comunidades negras y personas jurídicas sin ánimo de lucro del sector privado cuyo objeto social incluya actividades culturales.
Por su parte, Flora ars, el escenario de proyección de “Las obsesiones no se negocian”, es un espacio para el arte contemporáneo en Bogotá, con énfasis en la relación entre arte, naturaleza y cuerpo, que se enfoca en la formación artística centrada en la práctica, la retroalimentación y la interculturalidad. Además, es una fundación sin ánimo de lucro, que establece vínculos entre los artistas y la comunidad local, nacional e internacional a través de una intensa actividad pedagógica.