TRANSFORMACIONES SIMBÓLICAS de La Lechuga: una historia en custodia es el nombre de la exposición en la que estará exhibida al público, de manera gratuita, la icónica obra de arte, el próximo miércoles en el Museo de Arte del Banco de la República, a las 4:00 pm.
Esta ejemplar pieza estuvo un año en España, en el Museo Nacional del Prado, expuesta en el marco de la celebración de Arco-Madrid, evento en el que Colombia fue el país invitado de honor.
La Lechuga, un tesoro del arte barroco, fue realizada en oro de 18 quilates en la entonces Nueva Granada por el orfebre José Galaz entre, 1700 a 1707. Con 1.485 esmeraldas, un zafiro, 13 rubíes, 28 diamantes, 62 perlas barrocas y 168 amatistas, esta custodia no solo se considera como una de las joyas religiosas más ricas y hermosas de Hispanoamérica sino también es el testimonio de lo que sucedió durante el Barroco en tierra de orfebres, y de cómo este estilo artístico encontró nuevas dimensiones en un territorio en el que adundaban el oro y las esmeraldas, y en el que estaba aún viva la cultura indígena de los más destacados orfebres del continente.
En esta custodia se observa, en la parte superior, un sol decorado con 22 rayos mayores ondulantes que rematan en pequeños soles adornados con esmeraldas y 20 rayos menores que rematan en perlas barrocas. En la parte superior del sol, se encuentra una cruz con esmeraldas y, como decoración, rodeando este sol, figuras de hojas de vid y de pequeños racimos de uvas, símbolos de Cristo y la eucaristía.
En la parte media, se observa la figura de un ángel con las alas extendidas y los brazos elevados que sostienen el sol. Este tipo de imaginería fue característica de la Compañía de Jesús, comitente de la custodia, que usó las representaciones angélicas como estandarte de su evangelización en América.
Los jesuitas tomaron la imagen del ángel como parte fundamental del ejército de Dios en los cielos y se identificaron con el culto angélico al concebirse a sí mismos como parte del ejército espiritual al servicio de Cristo en la tierra.
Debajo del ángel se ubican dos nudos abarrocados de donde, con toda seguridad, el sacerdote tomaba la custodia para elevarla y mostrarla a los fieles. Finalizando se encuentra la peana, que constituye la base de la custodia, con ocho lóbulos.
Ahí el orfebre remató su obra con una decoración de hojas de acanto y nuevamente hojas de vid y uvas donde, además, se observan, como soportes de la custodia, algunas figuras zoomorfas y querubines intercalados.
Su importancia
La custodia de la iglesia de San Ignacio de Bogotá es, sin duda, uno de los grandes ejemplos de las custodias denominadas “mayores” y joya indiscutible del trabajo en oro en el Nuevo Reino de Granada que ha dado pie a múltiples leyendas.
Es de admirar que La Lechuga se haya mantenido íntegra hasta la actualidad, ya que, desafortunadamente, durante los procesos independentistas muchas de las piezas religiosas fueron decomisadas y fundidas para subvencionar la lucha tanto de los realistas como de los patriotas.
Protegida por los sacerdotes de la Compañía de Jesús, esta custodia logró superar la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles ordenada por Carlos III en 1767, la segunda expulsión dispuesta por José Hilario López en 1850 y la tercera expulsión a manos de Tomás Cipriano de Mosquera en 1861.
Se dice que estuvo oculta durante todos esos años y que nunca salió del país a pesar de las expulsiones. Solo hasta fines del siglo XIX, cuando los bienes confiscados les fueron devueltos a los jesuitas, la custodia volvió a aparecer en la iglesia de San Ignacio de Bogotá, donde se la podía admirar en ciertas oportunidades o en celebraciones especiales.
En 1985 el Banco de la República de Colombia compró la custodia directamente a la Compañía de Jesús que con anticipación había pedido autorización a la Santa Sede para su venta. Desde entonces ha sido pieza fundamental de la Colección de Arte del Banco y se exhibe de forma permanente y gratuita en el Museo de Arte del Banco de la República en Bogotá como testimonio del arte virreinal.