El Magdalena, gigante caudal de riqueza natural y progreso | El Nuevo Siglo
ATARDECER en el Magdalena, río arriba de La Gloria
Foto tomada de Magdalena, historias de Colombia
Domingo, 22 de Agosto de 2021
Redacción Cultura

UN VIAJE por la historia, pero sobre todo un recordatorio de la importancia que el río Magdalena ha tenido en la construcción del país es lo que el escritor colombo-canadiense, Wade Davis, presenta en su nuevo libro, con excelentes textos y espectaculares fotografías.

“Magdalena historias de Colombia” es más que una exaltación a la inigualable biodiversidad con la que fue bendecido este país, del cual su autor no sólo se declara enamorado sino agradecido porque “me dio alas para volar”. Son historias de vida, de progreso económico, de desarrollo regional y de creatividad cultural, tal vez uno de sus aspectos más desconocidos.

El río Magdalena es la principal razón por la que Colombia existe como nación. Es el surco de vida que permitió a los colombianos establecerse en un territorio que es de las geografías más complejas de todo el planeta. En la cuenca del Magdalena viven cuatro de cada cinco habitantes del país y es la fuente del ochenta por ciento de la riqueza económica de la nación”. Con estas palabras Davis introduce al lector en un viaje que atrapa, desde su primera hasta su última página, por la geografía y la historia nacional.

Agrega este antropólogo de profesión y aventurero de pasión, que ese majestuoso caudal también se convirtió en “un manantial del que nacieron la música, la literatura, la poesía y las plegarias de Colombia”, y sostiene que si bien en “los tiempos más oscuros (de la violencia) fue convertido en cementerio, una corriente amorfa de muertos, regresó y siempre retorna como un río de vida”.



El escritor, viajero y fotógrafo, que tiene en su palmarés decenas de distinciones por trabajos como el que ahora nos entrega, busca enfocar la mirada, tanto de colombianos como extranjeros, en los paisajes y la riqueza natural que el río ofrece todos los tramos de su recorrido, desde su cuenca hasta su desembocadura.

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Enamorado como muchísimos extranjeros de nuestro país, Davis -quién recibió la nacionalidad colombiana hace tres años- se embarcó en la aventura de explorar el Magdalena en todas sus dimensiones. Gracias al apoyo financiero del grupo Argos pudo recorrerlo de extremo a extremo, desde los altos del Macizo Colombiano hasta las playas de arena y roca de la Costa Caribe, durante los distintos meses del año y en cada cambio de temporada.

En total realizó cinco extensas incursiones al río: dos con el equipo de Savia, dirigido por Héctor Rincón y Ana Cano, para investigar todo su sistema de drenaje, y dos que lo llevaron a explorar el Magdalena Medio y las tradiciones musicales de la parte baja y las planicies de la Costa Caribe. La quinta lo condujo de nuevo a visitar a los mamos arahuacos, viejos amigos de su época en la Sierra Nevada.

En uno de los textos señala que los colombianos dividen el Magdalena en tres secciones: Alto, Medio y Bajo, bloques de fronteras inciertas, de límites que se solapan e incluso se mueven, pero que, no obstante, reflejan distinciones geográficas, históricas y culturales mucho más profundas de lo que los términos “alto, medio y bajo” dejan entrever. Y sostiene que “pude explorar el Magdalena en todas sus dimensiones”, así como en su kilométrico recorrido.

Al lanzar esta nueva obra, Davis sostuvo “este no es un libro para mí, no es mi libro. Es un regalo de todas las personas que encontré en la cuenca de ese río tan importante. Es un regalo del río Magdalena. Una carta de amor para el país, un país que necesita más amor”.

De igual forma sostiene que con este trabajo busca explicar al mundo que Colombia es muchísimo más que violencia y drogas, como desde hace décadas se ha estigmatizado. Esos temas son sólo una pequeña parte de la historia del país, Colombia es más bien un lugar lleno de colores y cariño, plantas, flores y animales que no hay en otras partes del planeta. Tenemos que presentar una imagen de Colombia nueva al mundo, explica Davis.

A renglón seguido sostiene que “lo que necesita el Magdalena, es lo que necesita Colombia. Después de toda la violencia, necesitamos limpiar nuestra alma; pero para curarnos a nosotros mismos, debemos curar el río y solo entonces sanaremos”.

Explica fue la sensación que tuvo del olvido de este río durante décadas fue el motivo por el que decidió iniciar esta apasionante, colorida y gratificante aventura. Y señala que es una forma para que este vuelva a ser el centro de atención nacional e internacional porque, recuerda, siempre se ha tenido la percepción única de que es una frontera pero el desarrollo de ciudades, tanto grandes como intermedias, se debe precisamente a éste gran afluente que recorre medio país. “Es el corredor central de Colombia”, sostiene.

De esta forma, esta nueva obra es una larga declaración de amor a Colombia, una tierra “de colores y cariño” como la ha descrito y un mensaje de que necesitamos volver a mirar al Río Grande de la Magdalena como eje de la reconciliación que requiere el país.

"Los viajeros suelen enamorarse del primer país que atrapa sus corazones y les permite ser libres. Para mí, ese país fue Colombia. Sus montañas y sus bosques, sus ríos y sus ciénagas, sus misteriosos páramos, y la belleza y el poder que alberga cada valle tropical y cada nevado ecuatorial me abrieron las puertas a un mundo inmenso, un mundo que pasaría conociendo por el resto de mi vida. De maneras que me resultan difíciles de explicar por completo, Colombia me enseñó, aún siendo muy joven, a soñar y a imaginar", puntualiza este canadiense de nacimiento, colombiano por adopción y uno de los más orgullosos de nuestro país.

Por otro lado sostiene que el Magdalena se caracteriza por su riqueza musical y su excepcional ritmo y su baile, la cumbia. Y ese es otro de los rasgos que destaca en su relato pues como afirma el cantante Carlos Vives, la cumbia es la madre de la música, pero la madre de la cumbia es el Magdalena. El río es música y la música es el río”.

Este nuevo trabajo ha recibido elogios tanto de lectores comunes como de reconocidos escritores. Es así como Héctor Abad Faciolince reseña que “"Wade Davis nos da otra vez, a través del poder evocador de su escritura y la claridad de su entendimiento, razones para enamorarnos de Colombia después de tantas amarguras. Esa es la magia de este libro que puede ser leído, entre muchas formas, como la carta de amor a una nación".

Y, por su parte Juan Gabriel Vásquez afirma que “pocas personas logran interpretar a Colombia, uno de los lugares más complicados del mundo, como lo ha hecho Wade Davis; y casi nadie ha escrito sobre el país con tanta empatía, tanta erudición y tanta elegancia”.

Agrega que el “Magdalena es la prueba de que el presente y el pasado de Colombia están unidos de manera inextricable al destino de todo el continente americano. Decir que este libro merece ser leído no sería preciso; más bien diría lo siguiente: todo el que quiera entender esta misteriosa esquina del planeta merece leer Magdalena”

Sin duda como esta pluma lo afirma es un libro generoso, envolvente y luminoso, pero sobre todo una gran puerta para descubrir la riqueza natural colombiana.