Un recorrido por los pasos de Beatriz Echeverry, la madre del director colombiano Iván Guarnizo, durante su cautiverio en las selvas colombianas es "Del otro lado", la cinta con la que junto a su hermano construyeron un camino hacia el perdón y la reconciliación.
Mañana llega a las salas colombianas esta película, una coproducción de Gusano Films (Colombia), RTVCPlay (Colombia) y Salon Indien Films (España), distribuida en el país por la agencia DOC:CO.
La decisión de convertir este doloroso episodio de sus vidas en película, la tomó Iván en 2016 y se preguntaba qué habría pasado con los jóvenes de los que su madre habló tras ser liberada y si aún la recordarían. Lo primero que hizo fue desempolvar el viejo diario que ella escribió en la selva para buscar el rastro que los llevara hasta ellos, a través de las frases que recogían lo que vivió y pensó, así como para entender por qué los había perdonado.
Guarnizo habla en entrevista de esta valiente y sobrecogedora película, que se estrena luego de un recorrido por varios eventos cinematográficos internacionales como el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, DocMontevideo en Uruguay, el Festival de documentales de Thessaloniky en Grecia, el Festival de Málaga y Hot Docs en Canadá.
Esta película puede tener muchas lecturas para el público, ¿cuál es la suya?
IVÁN GUARNIZO: No quiero restarle importancia al hecho de que los secuestradores cometieron un acto criminal y aunque muchos fueron llevados por las circunstancias y dejaron un rastro de dolor muy grande, lo hicieron conscientes de sus actos. Por otro lado, me cuesta mucho arrogarme cualquier papel representativo, en nombre de todos lo que vivimos esta experiencia, porque cada quien tiene el derecho de vivir su propio proceso, involucre o no el perdón.
Sin embargo, lo que sí puedo decir, desde un nivel muy personal, es que fue una catarsis familiar, algo inesperadamente bello. La relación con mi hermano se fortaleció, gracias a que por primera vez hablamos de manera profunda y desde tantos ángulos de todo lo que sufrimos. También nos permitió adentrarnos en nuestro dolor, e intentar entender el otro lado, el de las personas que estuvieron con mi mamá, y conocer esos lugares en donde estuvieron, esos territorios de Colombia de los que se habla mucho, pero que poca gente visita.
¿Qué es lo que quiere transmitir con esta película?
IG: Que solamente a través del diálogo y la comprensión podremos llegar a algún tipo de reconciliación. Lo digo desde lo personal, en el sentido de que no quiero hacer un relato moral para nadie, solamente hablo de mi proceso, por si le sirve a otra persona que haya vivido algo medianamente parecido.
Las circunstancias de cada secuestro, así como otros hechos victimizantes, son muy diferentes, incluso me he puesto a pensar qué hubiera pasado si mi mamá no hubiera vuelto, si la hubieran matado o hubiese muerto en cautiverio, o desaparecido simplemente. Me pregunto cómo hubiera sido mi reacción tantos años después; no puedo responderlo, tal vez hubiera sido muy diferente y creo que eso le pasa a muchísima gente.
Como cineasta, las imágenes son parte de su vida, pero ¿cómo convenció a su hermano de que hiciera parte de esta travesía?
IG: Mi hermano fue un compañero infatigable. Cuando le dije que quería ir al lugar donde secuestraron a mi mamá para grabar y buscar sus rastros pensé que iba a expresar dudas, pero, por el contrario, enseguida se sumó al proyecto, casi sin dejarme terminar de hablar.
En la familia hubo una doble reacción, era el 2017; por un lado, miedo porque la gente decía que las cosas se estaban poniendo mal en los territorios y que era mejor no ir, incluso el hijo de mi hermano manifestó su temor de que también lo secuestraran. Por el otro lado, hubo un consenso emocional de que necesitábamos hacerlo para cerrar un capítulo de nuestras vidas que no habíamos sido capaces de cerrar antes.
¿La percepción de cómo su madre enfrentó el secuestro cambió después de recorrer sus pasos en la selva y ríos colombianos y de hablar con Güerima, su custodio?
IG: Totalmente, ese fue el hecho fundamental. Leer su diario, ir a los lugares donde estuvo y hablar con quien estuvo, me hizo ver con otra luz nuestra experiencia y su experiencia. Fue comprender a esa mujer y a esa mamá que nos fue privada durante dos años, saber la vida que tuvo y sobre la que solamente podíamos imaginar y elucubrar, a veces de una manera muy oscura.
Entonces empecé a comprender su día a día, con todas sus contradicciones, el dolor que ella sentía en la soledad, el abandono, la rabia que le daba el no saber qué es lo que estaba pasando, la impotencia y al mismo tiempo la solidaridad que vivió junto a su primo Julio y especialmente con Güerima.
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¿Qué cambió en su vida luego de la película?
IG: Soy una mejor persona, aunque no sé cómo explicarlo. La experiencia de esta película me transformó de una manera que no esperaba. Al principio, pensé que podía volverme más cínico y, por el contrario, siento que renovó un poco mi fe en las personas. Estoy en paz conmigo mismo y ese episodio ya no es una herida que supura rabia, se transformó en otra cosa, pero no sabría describirla con palabras realmente.
Finalmente, ¿una reflexión para los colombianos?
En Colombia hemos hecho muchas películas sobre la guerra y sobre el pasado, sobre las heridas que nos dejó el conflicto, pero muy pocas películas sobre cómo cambiar esas heridas. Para hacer esta película me agarré del pasado, pero solamente me importa el futuro. "Del otro lado" habla, realmente, de imaginarnos un futuro diferente.