Johanna Rodrigues comenzó a practicar pasos que combinaban la danza clásica india con improvisadas volteretas en su casa, junto a su madre viuda. Hoy se prepara para representar a India en un campeonato de breakdance, una disciplina donde los rostros femeninos son escasos en India.
El evento mundial, organizado por Red Bull BC One, tendrá lugar esta semana en Mumbai y Johanna deberá medirse con 15 mujeres y 16 hombres.
Competir contra hombres es algo natural para la profesora de yoga, de 23 años, que creció idolatrando a atletas como Usain Bolt y soñaba con convertirse en especialista del sprint.
"Tendemos a limitar a las niñas separándolas de los niños a una edad temprana, especialmente en el atletismo en la escuela", dice a la AFP. "Nunca lo entendí. Quizás porque tenía una madre que hacía todo lo que se esperaba que hiciera un hombre y todo lo que una mujer debía hacer, ya fuera cambiar bombitas de luz, ir a trabajar, andar en moto o cocinar la cena. "Siempre quise ser mejor que los chicos", explica.
Nacido en el distrito del Bronx de Nueva York, en la década de 1970, el breakdance se convirtió en un fenómeno mundial y en un elemento básico de la cultura urbana juvenil, presente en todas partes desde los barrios bajos de Mumbai hasta las calles de Ciudad del Cabo.
La danza está programada para hacer su debut olímpico en los Juegos de París 2024 y Rodrigues espera que tal reconocimiento "la legitime a los ojos de los padres" y anime a más jóvenes indias a probar el deporte.
Aunque no hay cifras verificadas sobre el número de hombres y mujeres que lo practican en India, Rodrigues estima que la comunidad competitiva hoy incluye unos 800 hombres y sólo 40 mujeres.
Romper estereotipos
Rodrigues estaba en el colegio en Bangalore cuando descubrió el breakdance, al asistir a una actuación de baile hip hop. Fue amor a primera vista. "Fue increíble verlos moverse con tanta libertad", recuerda. Aprender los movimientos le pareció algo natural. "Era tan estimulante trabajar con mi cuerpo, ver lo que era posible", dice.
Un año más tarde, después de entrenar con su novio, que también es un b-boy (bailarín de breakdance), actuó en público por primera vez. Media década después, afirma que esta disciplina ha transformado su sentido de sí misma y ha aumentado su confianza como mujer que vive en India.
"Solía sentirme preocupada por mi seguridad, tan nerviosa viajando sola o siendo observada, pero ahora me siento totalmente cómoda bailando en un parque o en la calle", afirma.
Aunque Rodrigues estudió danza contemporánea y ballet, hoy en día basa sus coreografías principalmente en las habilidades que adquirió aprendiendo yoga, antiguo arte marcial indígena de Kalaripayattu y Bharatnatyam, una forma de danza que se originó en los templos del sur del país hace más de 2.000 años.
"Todos estos elementos son parte de lo que soy. Es una ventaja ser capaz de aprovecharlos y usarlos para crear mi propia versión de b-girl", precisa. Deseosa de impulsar la participación femenina en este deporte, predominantemente masculino, organiza talleres de baile para niñas en su estudio Break Brahma.
"Me encanta enseñar a las niñas porque son tan desinhibidas a esa edad", dice. "El breakdance no requiere solo fuerza física, se necesita también flexibilidad y paciencia. Ser una b-girl es mi manera de redefinir la feminidad, combinando elementos masculinos y femeninos".
En este deporte, intrínsecamente de estilo libre los bailarines improvisan con la música. Los aspirantes que no pueden permitirse tomar clases pueden obtener consejos en las redes sociales y mirar videos en Youtube, explica Rodrigues.
"El breakdance es innatamente genial y accesible", dice. "No necesitas equipo de lujo, ni siquiera zapatos, lo puedes practicar en cualquier lugar", resume.