Es natural que los niños desde temprana edad tengan miedos y preocupaciones, que son típicos dependiendo de las edades, los cuales van desapareciendo a medida que van creciendo, sin embargo, muchas veces estos miedos se vuelven persistentes y pueden estar relacionados con la ansiedad.
Cuando mantienen a lo largo de los años los mismos miedos o cuando son tantos que interfieren con sus actividades escolares, o en sus relaciones con su entorno, puede tratarse de trastorno de ansiedad en niños.
Según la directora Jessica Mejía, directora del programa de Psicología de Areandina Valledupar, existen varios tipos de trastorno de ansiedad como lo son:
- Trastorno de ansiedad generalizada: este trastorno hace que los niños se preocupen constantemente por cosas diferentes, a estos niños les preocupa en extremo cosas comunes, lo que dificulta que los niños se relajen y se diviertan, que coman bien y que concilien el sueño por la noche.
- Trastorno de ansiedad por separación: es normal que los niños muy pequeños se pongan nerviosos y ansiosos las primeras veces que se separan de sus padres, sin embargo, cuando los niños no superan con la edad ese miedo se conoce como trastorno de ansiedad por separación.
- Trastorno de ansiedad social: a los niños con este trastorno les genera temor lo que puedan pensar o decir de ellos. Una actividad grupal en el colegio les puede generar miedo extremo.
- Trastorno de pánico: son ataques de ansiedad repentinos que pueden verse reflejados en síntomas físicos como temblor, aceleración o falta de aire.
- Mutismo selectivo: es una forma extrema de fobia social y en ella, los niños suelen hablar en sus hogares, pero dejan de comunicarse en el colegio o en lugares en los que sienten miedo.
Para la directora Mejía, algunos de los aspectos que desencadenan los trastornos de ansiedad son la genética, es decir, que alguno de los familiares de los niños sufra de lo mismo, las conductas aprendidas; donde se le enseñe al niño a tener miedo, aspectos de la realidad del niño que lo hayan afectado como la pérdida de algún ser querido o malos tratos y la escasez de algunas sustancias químicas en el cerebro que pueden generar ansiedad.