El ‘boom’ de las subastas, presenciales o virtuales, que ha incrementado su actividad en diferentes países durante un tiempo en el que la pandemia ha dejado sedientos de cultura y arte a la humanidad, no ha sido ajeno a Colombia, en especial con una de sus primeras casas: Bogotá Auctions, que visibiliza el talento nacional y latinoamericano.
Por estos días esta institución de subastas celebra la inauguración de su nueva sede: una casa patrimonial ubicada en un barrio histórico de Bogotá y construida en 1940, que fue hogar de una misma familia por varias generaciones y ahora es el refugio de piezas que guardan la memoria de la plástica colombiana y latinoamericana de los siglos XX y XXI.
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Frenesí por lo contemporáneo
Este festejo de Bogotá Auctions surge a propósito de la popularidad que ha tomado esta forma de adquirir arte y otros elementos históricos, que aunque su práctica se remonta a hace varias décadas, hoy se ha hecho más visible a nivel internacional y más aún en Latinoamérica.
“Hay una tendencia al alza en cuanto a la venta en subastas de arte y otros bienes de colección como libros, muebles y objetos de colección. Es una tendencia bastante marcada en Estados Unidos, en Europa y lo mismo se está viendo en Latinoamérica y creo que se verá aún más porque ya casi todas las capitales de la región tienen casa de subastas y creo que no demorará en haber más en el futuro”, afirmó Charlotte Pieri, directora de Bogotá Auctions.
Según Pieri actualmente el arte moderno y contemporáneo no ha tenido inflexiones en el mercado global, sino que ha presentado incrementos a pesar de la pandemia, durante el 2020.
“En algunas categorías de bienes específicos, por temas de tendencias históricas hay tendencias a la baja, por ejemplo, la porcelana alemana del siglo XVII o XVIII. Se sabe que grandes casas de subastas despidieron el año pasado expertos en algunas especialidades, pero esto tiene mucho que ver por el frenesí por lo contemporáneo, un poco lo que manda a nivel internacional”.
Y aunque esta tendencia ha estado latente no se ha hecho notable, debido al crecimiento general del mundo del arte a pesar de la emergencia sanitaria. “Como muchas veces en la historia en tiempos de crisis económicas fuertes, el mercado del arte siempre ha demostrado una muy buena salud. Además, hay señales de que va a haber una inflación en el mercado, o sea que hay gente que tiene dinero de más que invierten en bienes raíces o en bienes como el arte”.
Un comportamiento al que Charlotte le adjudica el hábito de ahorro de aquellas personas que pudieron mantener sus trabajos y nóminas en la pandemia al abstenerse de viajes, gastos en restaurantes, clubes y gustos de fines de semana, por lo que muchos decidieron invertir en el arte, lo que “sin duda, es un activo importante”, comentó.
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Internet: la ventana al mundo
Esta alza de las subastas también obedece a los precios atractivos que ofrece este sector, ya que suelen ser más bajos que los que se encuentran en galerías, así como a las ventas por internet, que ayudan a una mayor difusión.
“La herramienta de trabajo de una casa de subastas es el catálogo y gracias al internet estos son visibles instantáneamente en todo el mundo y gracias a las plataformas de venta online y de ofertas virtuales desde cualquier parte se puede participar fácilmente en una subasta”.
La inclusión de obras de arte u objetos del pasado en estos catálogos no podía quedar atrás como otro de los motores por los que las pujas tomaron fuerza, ya que es una de las preferencias más marcadas de los coleccionistas en sus búsquedas, a la que las casas de subastas le están abriendo un espacio importante para rescatar la memoria de artistas de otros tiempos.
“Las casas de subastas son los que mantienen vivo el mercado y al mismo tiempo la memoria de artistas que ya no están en actividad o que han muerto o ya no son manejados por las grandes galerías. La casa de subastas representa una válvula de escape para todos estos bienes que se acumulan en los hogares a lo largo de las décadas, que ya no encuentran espacio en los almacenes que venden lo nuevo y finalmente es una manera de rescatar la memoria de estos artistas de pasado. Y esa es la esencia de la casa de subastas”.
Y aunque el internet ha sido indispensable en este proceso de crecimiento Charlotte asegura que el país no está preparado para un mercado online. Una constante de la cual ha sido testigo desde su experiencia con la plataforma de Bogotá Auctions, con la que han realizado subastas virtuales.
A pesar de ello, la directora de esta casa de subastas confirma que esto no es del todo un obstáculo para los participantes, pues en medio de su misión el equipo de Bogotá Auctions lleva un acompañamiento en cada proceso a través de una pedagogía para aquellos que no son nativos digitales, lo que ha atraído a una población importante.
“Hemos realizado unas seis subastas solo online. Y algo que fue bastante extraordinario para mí fue que finalmente en este país, en el que no estamos tan acostumbrados al comercio virtual, tenemos toda una franja de nuestros clientes que no necesariamente son unas personas muy cómodas, no solamente con la consulta o con el hecho de surfear en el internet en particular, sino en el comprar online. Entonces fue bastante maravilloso darnos cuenta que nuestro público siguió, confió en nosotros y finalmente los acompañamos en las subastas, en las que hemos estado pujando a nombre de ellos y hemos estado al teléfono con ellos”.
Así, con pedagogía en las pujas virtuales, a través de iniciativas como grabar las exposiciones en recorridos 3D, realizar tutoriales y transmisiones, Bogotá Auctions ha contribuido a esa “buena salud de las subastas” en Bogotá y todo el país, conquistando más público con el universo del arte y convirtiéndose en un motor de las subastas en la región.