Zuluaga, inocente | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Enero de 2017

Corrían los tiempos en que nadie apostaba al caballo de la oposición. A pesar de haber sido reconocido como el mejor ministro de Hacienda de Latinoamérica, de haber sobrellevado con total éxito la crisis financiera internacional del 2008 y de producir más prosperidad y riqueza a los bolsillos de los colombianos que alma alguna se pudiera imaginar, en los albores del año 14 de esta centuria, nadie creía en la posibilidad real de que Oscar Iván Zuluaga llegara al poder.

Se le solía descalificar como montañero, hombre de provincia, gente de clase media “sin la altura de estadista que demandaba el cargo presidencial” Un buen ex alcalde de pueblo o un senador destacado de provincia, decían. Pero la historia electoral sentenció otra cosa: ganador irrefutable en la primera vuelta y contra las más temerosas maquinarias gubernamentales, Zuluaga empieza a ser objeto de críticas y señalamientos.

¿Pero cuáles? ¿Cómo utilizar los mermelados medios para sindicar a Zuluaga de algo? ¿De qué? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo atacar al santurrón de la política colombiana? Iniciaron entonces atacando al dirigente de su partido, el Presidente Uribe: terrateniente, paramilitar, inmoral, abusador del poder, por decir lo menos. Ataques todos que caían en el vacío ante una inmensa masa de compatriotas sentidamente agradecidos por llenarlos de riquezas materiales como de esperanzas de vida. Por ahí, ciertamente, no era la cosa…

Fue entonces cuando a alguien, de quien esperamos conocer algún día su identidad, se le ocurrió la brillante idea de utilizar a la Agencia Nacional de Inteligencia y a la Fiscalía General de la Nación para atacar el buen nombre y la buena fama de Zuluaga y su familia.

Bastaba entonces con contratar a un delincuente de pacotilla para que se infiltrase en la campaña y de la manera más criminal posible invadiera la órbita privada grabando reuniones confidenciales con el propósito de enlodar lardosamente el nombre del impoluto Zuluaga.

Así, una carrera de más de 30 años de intachables servicios profesionales se llevaron al traste con filtraciones de una campaña promovidos desde las agencias de gobierno para atacar el buen nombre del candidato opositor y, a la postre, el más opcionado para alzarse con la victoria.

Pero llega a la fiscalía un profesional íntegro y serio, independiente y sin agenda política aparente que viendo las pruebas decide archivar la investigación de Zuluaga, exonerándolo de toda culpa a pesar de haber reconocido que en virtud de ese escándalo hay gente en la cárcel, con base en infiltraciones ilegales a una campaña política.

* Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.