INEVITABLE: el Gobierno hará el lobby necesario en el Congreso para sacar este semestre su proyecto de reforma tributaria estructural.
El Ejecutivo necesita plata para atender gastos e inversiones y los colombianos daremos el dinero a través de impuestos.
En enero de 2017 tendremos otro sistema tributario que obligará a que más personas declaren y paguen, y que la mayoría de artículos nacionales o importados se encarezcan.
El IVA tocará otros bienes y servicios y será más caro en algunos productos de diario consumo.
Las ganancias de empresas seguirán siendo castigadas a través de sus dividendos.
Cargarle la mano a utilidades o dividendos significa dos cosas: no repartir ganancias al final de cada balance o dejar de capitalizar.
El aumento de tarifas impositivas se tramitará en un ambiente complicado por el menor crecimiento de la economía, los afanes del proceso de paz y la pobre imagen del Presidente Santos.
Una de las razones para que un país sea poco atractivo a inversores extranjeros, es la inestabilidad en las reglas de juego. Sin estabilidad en el contrato jurídico y sin disciplina fiscal, ningún capital hace nido fácil.
Sistema impositivo estable, sin cambios súbitos, es fundamental para proyectos de mediano y largo plazo, crear empresa y generar nuevos puestos de trabajo.
Pese a ello, el Ejecutivo presentará a la legislatura que arrancó ayer un nuevo proyecto de reforma tributaria estructural que pretende subsanar los quebrantos de salud financiera que sufre la economía nacional.
Colombia requiere varios billones de pesos, no menos de 7 billones, para hacer caja.
La reforma que viene en camino tiene poco rostro social, más bien parece de fea presentación para ricos y pobres.
Vendrán alzas en artículos básicos de la canasta familiar por cuenta de incrementos o ampliación del IVA, un impuesto que se cobra por todo, pero que el consumidor no sabe a dónde va, solo lo siente cuando paga el mercado.
La renta, ampliar la base de contribuyentes, poner en cintura a fundaciones sin ánimo de lucro que se enriquecen y hacen trampa al Estado, trancarle puertas a evasión y elusión, son elementos prioritarios de reforma tributaria que se presenta al Congreso de la República con el rótulo de estructural.
El país demanda un universo impositivo moderno, menos disperso, sin inequidad y sin gabelas a través de exenciones.
Lo peor es que si pasa esta reforma tributaria, aunque estructural, vendrán otras. La colcha de retazos no termina.
El próximo Gobierno no pasará desapercibido, seguramente ingeniará su propio paquete o remiendo fiscal para hacernos más grande el roto en el bolsillo.
Los impuestos son bienvenidos cuando se siente crecimiento y equidad social. ¡Pagar más tributos para ver lo mismo, que pereza!