Como espécimen humanoide único e irrepetible y supérstite de esta maldita pandemia y de su consecuente cuarentena -la más larga que he soportado desde la Gran Depresión de 1929 y la Declaratoria de la II Guerra Mundial, 10 años después- y portador de una cara pálida de asintomático, que no puedo con ella, me he dado a la grata tarea de pensar qué cosas voy a extrañar cuando termine esta Endless Nightmare: el programa vespertino televisado del señor Presidente, quien se ha convertido, con su impecable presencia, fotogenia y facultad de expresión (el único presidente al que no ha podido remedar La Luciérnaga) en todo un Anchorman, que ni siquiera el gringo Larry King y los turcos Yamid Amat y Julito Sánchez Abdala, juntos, podrían igualarlo, y lo candidatizo para Secretario General de la ONU. Voy a extrañar a su excelente y proactivo equipo de trabajo en vivo y en directo y sobre todo a dos brillantes y hermosas ministras, Educación y Transporte, aunque al buen Minsalud recomendaría un curso intensivo de locución en el Sena, con énfasis en articulación de sonidos, para cuando nos llegue el Covid-20 y podamos entender lo que dice.
Pero temo a dos cosas que llegarán inexorablemente en tiempos de poscuarentena: el crecimiento desbordado de la informalidad y la inseguridad en la calle, pues tendremos un ejército de más de 5 millones de nuevos desempleados y miles de empresas reventadas. Ello, en parte, por ser nuestros gobernantes, Presidente y Mintrabajo a la cabeza, políticamente correctos; sigo creyendo que se debió permitir aplicar la figura legal de la suspensión del contrato de trabajo por fuerza mayor, con el atenuante de que se debería pagar, al menos, el 50% del salario de los trabajadores, pero el Ángel Custodio de los trabajadores “amenazó” con sancionar a los empresarios y logró lo imaginable: no se suspendieron los contratos pero, en cambio, se quebraron las empresas, en desarrollo del principio de resultar peor el remedio que la enfermedad.
¿Y qué onda con Fecode, no vieron un aviso de página entera en El Tiempo -que debe costar más que un ojo de la cara- patrocinado por el colectivo mamerto del país, en pleno, acusando al Gobierno por levantar gradualmente la cuarentena? Nadie sabe para quién trabaja. Sin tal directriz, seguramente habrían denigrado del gobierno por no levantar inmediatamente la cuarentena, para no dejar morir de hambre a millones de trabajadores…y no duden que ese será el primer gremio que saldrá a protestar contra cualquier cosa, cuando pase el encierro. Lo único bueno que tiene ese colectivo es el locutor que emite sus proclamas: Gustavo Niño, la mejor voz noticiosa que ha producido este país.
Post-it. No había caído en cuenta, hasta que me lo confirmó mi primo, Primitivo: el Presidente Trump es bipolar y al punto le dije: pero hasta en eso es incorrecto, porque él dice una cosa y al instante dice lo mismo, pero al revés. Ya tiene su lema de campaña, “It´s The Economy, Stupid”, y por atorrante y políticamente incorrecto que sea, va a repetir mandato. Sorry, Mr. Biden.