Víctor Corcoba Herrero* | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Enero de 2015

El verdadero amor

 

Somos transeúntes de un planeta en movimiento. Multitud de perseguidos por el hambre, las creencias, o las sinrazones propias de la especie humana, huyen desconsolados en busca de esperanzas. Por desgracia, los humanos hemos dejado el vínculo de la familia, con lo que eso conlleva de compromiso a la hora de compartir y, cada cual, encara los nuevos tiempos con la frialdad de una inhumana economía que ha hecho del mundo un espacio divergente, donde el caos lo domina todo, mediante un frenético sinvivir. La necedad del ser humano, movido por el egoísmo es tan fuerte, que impera la crisis por doquier rincón del mundo. Deberíamos despertar más allá de las finanzas, y ver que hay otra vida más apasionante, la de hacer un camino unidos, un camino que ha de ir hacia una realización de todos los humanos. Justo, cuando un año que se no fue, pero otro comienza, me permito recordar que la meta somos nosotros mismos, y por ello, hemos de reencontrarnos, no sólo para hallar la felicidad, también para crecer como humanidad.

Nuestro distintivo común es el amor entendido como donación total. El hombre no puede ser un lobo para el hombre. Sin embargo, una movilidad libre en el pensamiento es un acto creativo que siempre nos enternece  y enriquece. En definitiva, pensar  no es más que una chispa en una tenebrosa noche. De ahí la importancia de que pensemos todos, porque ese relámpago, ciertamente contribuirá a la fraternización ciudadana y a descubrir el genuino horizonte de lo eterno.

La ideas estimulan la mente y el planeta está hambriento de verdaderos estímulos humanos. El ejemplo de Indonesia nos llena de regocijo. Diez años después de que el peor tsunami de la historia se cobrara la vida de más de 230.000 personas en toda Asia, una de las regiones más afectadas por la tragedia se “ha reconstruido mejor”, en palabras de Naciones Unidas.Gracias a este desvelo por sobrevivir, "Indonesia se considera ahora un líder en la región, en la promoción de la reducción de riesgos en caso de desastres naturales”, acaba de expresar Gunilla Olsson, representante de Unicef en Indonesia. Sin duda, tenemos que ser constructores de sosiegos, sembradores en continuo renacer.

Bienvenido, pues, el 2015. Tenemos tantas cosas por hacer, pero todo a su debido tiempo y con calma, que la paciencia es tan imprescindible como ponerse a pensar. Donde no hay ilusión, no puede haber vida humana, tampoco libertad y menos aún espíritu de autocrítica. Por aquello de que año nuevo, vida nueva, seamos persistentes en nuestra actitud positiva de ser sembradores de vida.

Para ese camino renovado debe germinar un ferviente espíritu de convivencia, una naciente mentalidad acerca del ser humano, de sus vicisitudes y derechos, de sus deberes y destinos. Y es por la tutela de los valores humanos como se levantan los pueblos y sus ciudadanos, proyectando la bondad y la verdad como árboles que nos cobijan, como argumento de placidez, con la promoción de toda persona en su dignidad, sabiendo que para amar la paz, antes hay que haber amado el amor. Bajo las alas de esta maravillosa energía poética, hasta las raíces del rencor se pudren para siempre. Ama y olvídate de todo, pero ama, y ama sin condiciones. ¡Gozoso 2015! Aprendamos a vivir, amando. Es nuestro deber de vida. O nuestro proyecto de existencia.

corcoba@telefonica.net

*Escritor