¿Gobierno rehén ?
Hay en el proceso de negociación entre el Gobierno y las Farc una agenda temática que corresponde al Acuerdo General que se firmó como punto culminante de la Primera Fase del proceso.
Esa agenda es una versión resumida de aquella por La Nueva Colombia suscrita en el Caguán y ha sido concebida por el Gobierno como una auténtica hoja de ruta que, si no se respeta a pie juntillas, puede llevar el proceso a la debacle.
También hay otra agenda, la procedimental, enfocada en los aspectos logísticos, la mecánica del diálogo, los protocolos de difusión de la información y las pautas de refrendación, implementación y verificación de aquellos acuerdos que seguramente firmarán las Farc en su afán por obtener, ostentar y detentar poder.
Pero hay una tercera agenda, hasta hace poco oculta, no formal, no escrita, exclusiva de las Farc y que ha venido aflorando en las últimas semanas gracias al derroche de entrevistas de cada cabecilla y a las declaraciones inaugurales de Oslo, el jueves pasado.
Se trata de la agenda paralela de la organización ilegal, es decir, su agenda medular, la de los temas hipersensibles y de alto valor estratégico en la que, dosificada y mediáticamente, han ido apareciendo sus más íntimos y preciados intereses.
Esa agenda paralela contempla, primero, que el proceso “no debe medirse fatalmente en el tiempo”, o sea, que si es necesario dilatarlo más allá de doce meses habrá que hacerlo, pero negociando cuanto antes un acuerdo humanitario especial conducente al cese el fuego bilateral para neutralizar a la Fuerza Pública e impedirle que siga persiguiendo a la insurgencia.
Segundo, que el tema del secuestro debe evitarse pues ellas, las Farc, no tienen a ningún secuestrado en su poder; que, además, no es viable hablar de “entregar las armas” sino de “dejar de usarlas” y que los militares deben estar presentes en La Habana para iniciar cuanto antes la reingeniería de las Fuerzas a fin de convertirlas en un verdadero Ejército Popular.
Y tercero, que es necesario reversar los TLC, eliminar el modelo neoliberal, “desenmascar a ese asesino llamado mercado” y refundar el Estado para diluir la propiedad privada en el Socialismo del Siglo XXI.
Ua carga de profundidad con la que no contaba el Gobierno. Una agenda con la que no será fácil lidiar y que solo podría ser modulada por el presidente Hugo Chávez pues no hay nadie más interesado que él en que los acuerdos cristalicen y Colombia pase a ser, más temprano que tarde, la pieza que falta en su rompecabezas llamado Alianza Bolivariana para las Américas.