"A mí me preguntan si estoy preocupado por las emisiones de los 11millones de vehículos que ruedan por el país, pero me preocupa más la contaminación de las 25 millones de cabezas de ganado”.
Es esta una célebre frase pronunciada la semana anterior, por Luis Gilberto Murillo, actual ministro del Medio Ambiente en Colombia, la cual da para pensar y bastante de que hablar.
Si lo dice por el gas metano que generan los procesos fermentativos del alimento que ingresa a la panza de estos rumiantes, es bueno aclarar que aunque éste es más contaminante que el CO2.; en cuanto a su concentración en la atmósfera las emisiones de este último, proveniente de los vehículos, es significativamente mayor; razón por la cual, el dióxido de carbono es considerado como el principal gas culpable del calentamiento de nuestro planeta.
Eso lo sabe el doctor Murillo.
No obstante, en cuanto a su preocupación por las 25 millones de cabezas de ganado, es pertinente recalcar también que nuestra ganadería utiliza grandes extensiones de tierra y se desarrolla dentro de un ecosistema natural que contribuye a contrarrestar y a equilibrar sus propias emisiones de metano.
Otro cuento son las explotaciones de capital intensivo de los países desarrollados, en estabulación y a gran escala, cuyos desechos son mayores por unidad de producción.
En Colombia el 80 por ciento de área rural dispersa de uso agropecuario es pasto, es decir, 33,8 millones de hectáreas y en bosques el área supera los 50 millones de hectáreas, casi la mitad del territorio nacional.
Pero es que igualmente, el gas metano, puede aprovecharse como fuente de energía, siendo una forma de contrarrestar su impacto ambiental.
No vaya entonces esta declaración a alentar el interés de las corrientes naturalistas a ultranza, enemigas del consumo de leche de vaca, y que a la postre termine por favorecerse la venta de las mal llamadas " leches" vegetales y demás bebidas azucaradas.
Preocupémonos más bien por las 238.000 hectáreas de árboles que se talan al año, siendo la Amazonia, la zona Andina y próximamente el Chocó, los principales centros críticos.
Entre tanto, el sector lácteo es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria de los colombianos, especialmente de la población infantil.
Veamos qué programas podrían adelantarse conjuntamente entre los ganaderos y el Ministerio de Ambiente; pues este sector necesita apoyo, en lugar de estar en la picota pública.
Es bueno preocuparse por elevar su productividad y mejorar su competitividad.
Preocuparse por incrementar el consumo per cápita de leche de 145 litros persona año que es actualmente en Colombia, a más de 170 litros recomendados por la FAO.
Preocuparse por las vacas pensando que es una actividad a la cual se dedican 400 mil ganaderos del país, entre ellos 80% de medianos y pequeños productores.
La ganadería en Colombia ya tiene suficiente con la necesidad de luchar contra los altos costos de los insumos, los impuestos y el desinterés del Gobierno por responder a sus peticiones.