Se cree que el ejercicio de la política tiene sus notables diferencias de una civilización a otra, expresado mejor, de un país a otro. Nosotros aquí en Colombia somos bastante críticos sobre la manera con las personas que han decidido dedicar sus esfuerzos, su trabajo digamos, al ejercicio de la política como dedicación, si no única, si por lo menos con una dedicación si no exclusiva, con una cierta afición por tratar de interpretar a quienes quieren representar, que con en últimas son los ciudadanos que por medio de la votación popular escogen a quienes han de manejar la cosa pública.
Los ciudadanos suelen ser muy exigentes con los elegidos por ellos mismos para manejar todo lo público en los cargos de dirección.
La Revolución Francesa dio pauta y ejemplos de cómo se debe manejar la cosa pública. Ya muchas maneras de escoger el sistema para manejar los asuntos públicos, como quien dice aquellos sobre los cuales la ciudadanía tiene interés. Uno, desde luego es la manera como se maneja. En el Occidente, sobrepasados los regímenes feudales en los cuales el ejercicio del poder casi que es cuestión hereditaria y particularmente después del proceso que tuvo como meta final la libertad de muchos de todos estos territorios de América que fueron durante varios siglos, digamos desde el descubrimiento de esta parte del mundo, sometidos al gobierno de varios imperios europeos, que trajeron mucho de bueno, pero también de malo o regular que si no hubiera sido así, no se habría apoderado de estos territorios el deseo de gobernarse a sí mismos de acuerdo con algunos modelos que se copiaron de algunas partes del mundo pero con serios cuestionamientos en otras.
Los Estados Unidos de Norte América, país que en cierta manera por su desarrollo, su composición humana y por su riqueza ha tratado por todos los medios a su alcance de hacer prevalecer en este continente su manera como entienden el ejercicio del poder, pero también han tenido dificultades y las siguen teniendo con sus mandatarios; vale la pena recordar los procesos de acusación que pretendieron retirar sin éxito, a los presidentes Andrew Johnson, Richard Nixon y Bill Clinton. Hoy por hoy es el gran problema ante el cual se halla la institución presidencial, por los desvaríos del actual Presidente Trump.
La universalidad de su país así como la teoría autónoma de su pensamiento, lo tienen hoy ante los ojos del mundo. La conducta de Trump en lo que se refiere a la libertad que se pregona para sus mandatarios de realizar lo que les parece adecuado para su nación, lo tiene al borde de una acusación política formal ante el órgano político adecuado por haber intervenido ante un mandatario amigo, el de Ucrania, para obtener la descalificación de un posible rival en las elecciones presidenciales próximas. Es un pecado que sus conciudadanos especialmente, los demócratas, consideran que constituye una grave falta violatoria de las normas establecidas para la conducta presidencial.