En una oportunidad alguien tuvo la ocasión de alternar con un artista muy conocido por sus obras pictóricas, las cuales eran o son ampliamente reconocidas en estos lares. Es el caso que quien relató esta historia es persona aficionada al arte y a la motivación que mueve a quienes ejercen estas nobles tareas y como tal, la conversación con el artista varió entre muchos aspectos de su actividad artística y la pintura hasta un punto en el cual nuestro corresponsal indagó sobre cómo hacía para inspirarse y si todo lo que hacía era cuestión atribuible a la memoria o si usaba modelos o cuando se trataba de paisajes la fotografía era un buen auxiliar.
La plática fue desarrollándose en forma por demás amable, constructiva y aleccionadora de suerte que en un momento dado el artista fue interrogado acerca de su técnica pictórica y en el momento se llegó a preguntar cuál era el mecanismo mental por una parte, en el cual las explicaciones fueron varias y del caletre del procedimiento. Fue muy generoso el artista al describir lo que hacía y como lo hacía. Algo que le llamó poderosamente a la persona que mantuvo la conversación fue la de informarse por vía directa que cuando se proponía dedicarse a la pintura lo primero, además de la inspiración, era alistar los instrumentos físicos para ello; escoger el lienzo y los instrumentos de pintura. Pero lo que más llamó la atención de quien relató esta historia fue la de escuchar del artista decir que el lienzo le iba diciendo que era lo que debía pintar y cómo hacerlo.
Nuestro amigo pensó que el pintor se negaba relatar los detalles del procedimiento que empleaba para pintar de manera que llegó a pensar que la sinceridad de la conversación no había logrado llegar a esos detalles que formaban parte de su propia inspiración. Sin embargo le fue tan inolvidable la conversación con el artista que llegó a la conclusión no de indiferencia, sino que aun en materia del arte algo muy importante es empezar. Es algo con lo cual se comienzan a hacer grandes realizaciones, por cuyo resultado quien las comienza no tiene la absoluta conciencia.
Bien parece que esta anécdota tal como se oyó relatar forma parte de grandes o medianas obras y realizaciones. Que lo digan escritores, poetas, novelistas, dramaturgos y, en fin, quienes se ocupan de trasmitir sus propias experiencias en forma escrita. O para quienes la música es una manera de expresar sus sentimientos cuando quieren expresarlos a sus congéneres. No se trata de impulsar la mediocridad sino registrar cómo comienzan algunas de las grandes realizaciones que han impactado a la humanidad.
La teoría de que las cosas es necesario empezarlas para poderlas terminar, es algo que supongo experimentan los periodistas de opinión. Enfrentarse al equipo que permite poner en palabras lo que se supone puede ser de interés, es algo parecido a extender el lienzo para pintar, aunque necesariamente empezar no lo garantiza.