Tiempo y re-creación (III) | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Diciembre de 2021

Perdemos mucho tiempo en la vida. La idea es que, al ir expandiendo la consciencia, lo aprovechemos mejor.

Vivimos en una creciente fascinación por las pantallas. Entre más grandes, más nos entretienen, lo cual equivale a que más favorecen que nos desconectemos de nuestra propia vivencia, de nosotros mismos. Tal vez a quienes nacimos análogos y nos convertimos en migrantes digitales no nos parezcan tan atractivas las pantallas, pues crecimos con pocos canales de televisión y escasos videojuegos, en mi caso Asteroides y Pacman, que jugaba en inmensas consolas, durante un tiempo limitado. Eso, aunque en su momento no lo creyera así, fue una gran ventaja: establecer y respetar los plazos es fundamental para estar enfocados.

La tecnología avanza a pasos agigantados, lo cual no es necesariamente un avance para la humanidad. Las generaciones más recientes, que son totalmente digitales, están atrapadas en las pantallas. Evidentemente, ellas son de gran utilidad para comunicarnos más rápidamente, así como para trabajar remotamente, más en estos tiempos de confinamientos. De hecho, estoy escribiendo esta columna en mi teléfono móvil, mientras en la compañía de grandes amigos voy en medio de un embotellamiento, característico de nuestras grandes urbes. Sí, escribo en la pantalla, me es de gran utilidad, y requiero limitar su uso. Usarla a ella, no que ella me use a mí.

Dado que las pantallas son tan atractivas, corro -corremos todos- el riesgo de perder la noción del tiempo mientras navego océanos de información, cada vez más abundante, más inmediata. Si no acotamos nuestros tiempos de pantalla, está nos puede devorar durante horas. Las conversaciones, que no son diálogos, se dan a partir de emoticones y memes. Parecería que las pantallas nos resuelven la vida; pero, eso depende de qué tan despiertos estemos, de qué tan autocontenidos seamos, de cuánto hayamos sido contenidos por nuestros cuidadores, de lo que hayamos aprendido en casa.

Cuando como padres estamos desconectados, nuestros hijos (incluyendo los hijos de nuestros hermanos y amigos) también lo están: lo aprenden. Si vivimos entretenidos en el afuera, pegados a las pantallas, viviendo la vida a través de deportistas, celebridades y demás ídolos de barro, nuestros hijos pasarán su tiempo embebidos en los videojuegos, con experiencias de vida mediadas por la competencia y el aislamiento, disfrazados hábilmente de aparentes solidaridades y compañerismos.

Necesitamos ser cuidadosos con las pantallas, para no ser absorbidos por ellas, sino usarlas para seleccionar la información más adecuada que nos permita nuestra re-creación, nuestra auto-organización para sostener la vida. Necesitamos estar vigilantes para no seguir anestesiados, creyendo ciegamente que estamos muy despiertos. Necesitamos aprovechar el tiempo que nos queda -cada vez menos- para re-crearnos. Solamente de esta forma evolucionaremos individual y colectivamente.

@edoxvargas