Se ha sostenido que se presentó un error monumental en la trasmisión de los resultados electorales del pasado 13 de marzo con el diligenciamiento del formulario E-14 para el reconteo de los votos depositados en las urnas electorales que, al parecer, fue detectado en el escrutinio que se viene adelantando y que puede significar el aumento de 3 curules para el Pacto Histórico en el Senado de la República y la pérdida de una curul para el Centro Democrático y los Partidos Liberal y Conservador.
Esa circunstancia, que no tiene antecedentes en la historia reciente del país, ha provocado la reacción de algunas fuerzas políticas que no han terminado de entender las explicaciones que se ofrecen y, por ello, han solicitado un reconteo general de la votación depositada para el Senado. Una recomendación en tal sentido hizo el presidente Duque, y el propio Registrador Nacional; solicitud de la que desistió el martes pasado en la reunión del Comité Nacional de Garantías cuando algunos de los partidos políticos no acogieron tal iniciativa porque no existe una norma legal que permita el reconteo general aludido; además, el Registrador manifestó que en Colombia no hay razones para hablar de fraude. Entonces no se entiende como propone el reconteo sin tener en cuenta que no había una disposición legal que lo permitiera. Lo que importa es la transparencia del proceso electoral de donde deriva la legitimidad de los resultados y la confianza en la organización electoral.
Lo cierto es que hubo fallas como la falta de una mayor y mejor capacitación de los jurados que no supieron procesar la información como correspondía. También se dice que el diseño del formulario E-14 quedó confuso para captar la información en las listas únicas. Sea lo que fuere, en el ambiente quedaron flotando dudas y una sombra circunda el resultado electoral que ha minado un poco la confianza en tales autoridades de cara a la elección presidencial del próximo 29 de mayo.
Todo lo anterior nos demuestra que es necesario actualizar las normas que reglamentan el funcionamiento de los procesos electorales en nuestro medio y que se permita la posibilidad de adelantar un reconteo cuando ese tipo de contingencias se presente. Lo que importa es la claridad y transparencia más allá del esfuerzo adicional que pueda significar un reconteo de los sufragios. En manera alguna ello debe entenderse como una fractura de nuestro sistema democrático porque nadie puede descartar la posibilidad de que se hayan podido cometer más errores.
Del mismo modo, hay que reconocer la dificultad que existe para el manejo adecuado del tarjetón electoral en las diferentes regiones del país. La verdad es que no ha resultado fácil para algunos memorizar el número del aspirante al Congreso por el que han resuelto votar. Sería recomendable dejar el nombre, la imagen y el número del aspirante cuando la lista es abierta. También hay gente que se confunde con los tarjetones porque no saben bien que el tarjetón en las consultas hay que solicitarlo. Es evidente que el manejo de varios tarjetones suscita confusión. Por ello es preferible la lista única.