Desde las elecciones andaluzas y tras la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la izquierda, representada por los socios de Gobierno en España, ha decidido "limpiar" ministerios, portavocías y cargos varios con el "argumento" de la necesidad de afrontar el próximo año electoral con caras nuevas.
Ni un pero que añadir si no fuera porque, una vez más, la razón sigue siendo su propio interés electoral y no la necesidad de afrontar con mayor eficacia el complicado otoño que anuncian los expertos. Y, si no fuera, y esto es aún más grave, por el tufillo a purga política y ajuste de cuentas que destilan los ceses en los ministerios al cargo de Podemos.
Hay quien ve detrás del fulminante cese del líder del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, como secretario de Estado para la agenda 2030, la mano implacable de Pablo Iglesias que quiere dejar claro a Yolanda Diaz y a Izquierda Unida que Podemos no quiere ser el farolillo de cola de la nueva formación de la vicepresidenta.
Si esto es así, deja en muy mal lugar a las dos dirigentes de la formación morada todavía en "ejercicio", Belarra y Montero, quienes aparecen como teledirigidas por la mano masculina de Iglesias, incluso en la estrategia de su gestión gubernamental y en la dirección de Podemos.
Curiosamente, la sustituta de Santiago, Lilith Verstringe (hija del histórico dirigente del PP de Manuel Fraga, Jorge Verstringe, y educada en las más prestigiosas universidades de Estados Unidos y Europa), llega al cargo para "reforzar el enfoque feminista" de los objetivos del ministerio.
Es una forma como otra cualquiera de no llamar venganza al cese fulminante como aviso a Yolanda Diaz, que está de viaje oficial en Estados Unidos, y que ha declarado, porque ya no sabe que decir que "a mí no me busquen en politiqueos".
Pero Santiago, que ha reconocido que no se esperaba su cese, es el segundo en caer. Antes Irene Montero había cesado a su jefa de gabinete, Amanda Meyer, también del PCE. Poco les ha durado a los representantes del viejo partido comunista su paso por la Moncloa.
Y mientras que, en el PSOE, ayer sábado se consumó otra "remodelación" que ha dejado fuera a todos aquellos socialistas que acompañaron a Sánchez en su aventura de recuperar el poder en Ferraz. La apelación a su embarazo de riesgo, como motivo para dejar su
responsabilidad en el partido de Adriana Lastra, no tiene un pase. Afortunadamente este país tiene una legislación que protege a las trabajadoras gestantes y solo hay que pedirse una baja.
La celeridad con la que el "jefe" ha convocado a la Ejecutiva y aprovechado para cargarse a los portavoces parlamentarios y del partido, deja claro que todo estaba ya decidido, y a Lastra, en
agradecimiento a que su lealtad llegó al extremo de acompañarle en su periplo de reconquista, se le ha dado la oportunidad de salir antes de que la echaran. Así es la política. Sin amores, sin amigos.