Cuando se redacta la misión y visión de una empresa, y hasta se enmarca, se supone que el objetivo es declarar su propósito estratégico e indicar su dirección y pretensión en el largo plazo. Tal vez, aparte de quedar en un recuadro, la principal virtud de estos procesos es impregnar ese sentimiento, por así decirlo, a los demás: socios, trabajadores y clientes. Imaginemos entonces lo mismo para el país como institución. ¿Qué sueña el país? ¿Cuál es nuestra visión? ¿Es ésta apenas una desconocida?
Y hagamos el ejercicio. Sabe usted que la Visión de Colombia al año 2032 es: “Ser el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio altos, a través de una economía exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación, con un ambiente de negocios que incentive la inversión local y extranjera, propicie la convergencia regional, mejore las oportunidades de empleo formal, eleve la calidad de vida y reduzca significativamente los niveles de pobreza y desigualdad” (Consejo Privado de Competitividad, 2016-2017).
Colombia sigue en el quinto lugar en el ranking del índice de competitividad en América Latina, superado por Chile, Panamá, México y Costa Rica, según el Foro Económico Mundial. Pero más allá de los indicadores, si este es el sueño y desarrollo que esperamos, vale decir que debería ser apropiado por todos, desde los niños en adelante; encabezar las asambleas de los gremios, estar en las puertas de instituciones privadas y públicas e incluso publicitarse en televisión, cines, redes, internet y hasta en los paraderos de los SITP.
Tal vez ni se piense en ello, en medio de la desaceleración económica donde el objeto es sortear la coyuntura. No obstante es posible que sea el momento para reconocer las necesidades y trabajar colectivamente entorno a esta visión, como nación empresarial.
Esta semana expertos invitados por la Universidad del Rosario, la OCDE y El Tiempo, hicieron al respecto un fuerte llamado de atención. En especial porque hay mejoras en la competitividad pero sin avances en la productividad. Es decir, otros países tienen mucha más habilidad para producir más con lo mismo o aún con menos.
Leonardo Lacove, economista del Banco Mundial, hizo la comparación según la cual si Colombia en los últimos 15 años hubiera tenido similar ritmo productivo que Estados Unidos o China, el ingreso por persona sería un 25% o 76% más alto, respetivamente. Esto a pesar de haber tenido un crecimiento anual promedio del 4% del PIB.
Lacove recordó cómo para Paul Krugman, premio Nobel de Economía: “La productividad no lo es todo, pero, en el largo plazo, es casi todo”. Así, “la posibilidad de un país de elevar el nivel de vida en el tiempo depende, casi exclusivamente, de su capacidad para aumentar el producto por trabajador” y se corre un gran riesgo en enfocar las fuerzas en ser competitivos independientemente de la productividad. La visión está en ser competitivos y productivos a la vez.
*Miembro Corporación Pensamiento Siglo XXI
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