HOY Latinoamérica parece un polvorín donde se hace añicos la democracia.
Chile arde en rabia social incontenible, pese a ser la economía más próspera y estable de la región.
Ecuador experimenta la furia de masas rabiosas cansadas del desgaste político y el abuso de los recursos.
Bolivia va entre pobreza, desigualdad, abuso de poder y elecciones turbias.
Venezuela no sale de su crisis y sed de corrupción con un reencauchado presidente Maduro. Ahora más fuerte y mandón con inclusión en Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Argentina entre protestas, inequidad, corrupción y una economía endeble.
Colombia, con estable aunque aún lánguido crecimiento económico soporta la más feroz rebelión social de los últimos años. Con violencia, turbas y asesinatos.
El común denominador de las naciones referidas es la creciente avanzada de grupos violentos y la incapacidad del Estado de garantizar orden y seguridad.
Dicen unos que son fuerzas de izquierda enquistadas en los inconformes.
Asumen que son grupos desestabilizadores que intentan voltear el mapa político y el mando.
El quid del asunto es que arde en llamas la gobernabilidad continental.
La región entró en cólera.
Actores pacifistas y otros no, decidieron salir a las calles y con fuerza y determinación, protestan contra políticas públicas.
Son las tarifas de servicios públicos, las del metro, las del transporte urbano, las del agua, las de la luz, las de la salud, las de la educación, las que motivan bravías movilizaciones.
También son los impuestos, los estados recaudadores, lo que cambian las reglas de juego, los que generan inestabilidad, los que causan temores jurídicos, lo que animan tales rebeliones populares.
Sociedad civil se envalentonó contra decisiones oficiales que no le inspiran confianza ni credibilidad.
Significa que ningún tirano, dictador, e incluso democracia, es inmune a la agitación social.
Las gentes de la región se cansaron y salieron a gritarlo.
América latina se fastidió de años de paciente aguante y buscaron las armas de la protesta, a veces activando equivocadamente la violencia.
Si en Chile una densa masa ciudadana agitó sus banderas por alzas de 100 pesos en el costo del transporte, imaginen lo que pueden esperar otros países donde se hace y se deshace.
Ecuador incendió el ambiente con el fuego de los combustibles y en parte por la insatisfacción de sus ciudadanos con empleo, ingreso, renta y propiedad.
En Argentina, el costo de vida, el desempleo, la falta de ingreso, pensiones, inequidad y corrupción, agitaron los ánimos.
En Venezuela millones de protestantes optaron por migrar.
En Colombia se maquinan para noviembre próximo nuevas movilizaciones que muy seguramente traerán miedo y destrucción.
Mensaje: falta cercanía entre Gobierno y comunidad. No hay sensibilidad ni enfoque social.
Gobierno mira un horizonte donde colombianos lucen distantes.
Falta química con el Ejecutivo.
Los hogares guardan distancia del Gobierno.
Se siente en ambiente una relación lejana.
Los nervios están de punta, mucha sensibilidad a reaccionar con la cabeza caliente.
Se puso feo el entorno, habrá que revisar lo que tanto duele.