Río revuelto… | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Abril de 2020

La filosofía popular se resume en los refranes del pueblo expresando las lecciones aprendidas como resultado de las experiencias, tanto de lo trascendental como de lo doméstico, pero de todas maneras los ejemplos vivénciales que conviene aprender para sortear los tropiezos encontrados en el camino recorrido para llegar al remate de todos los seres humanos: la muerte. Una meta irremediable que se debe asumir sin angustia, aceptar como una realidad inconfundible a la cual, actuando estoicamente, hay que acomodar la existencia amable. Es más necesario curar el alma antes que el cuerpo; porque es mejor morir que vivir mal. Superar la angustia existencial es alcanzar la felicidad soñada por todos: la paz.

Este predicado tiene un sentido virtual y es sugerir a las gentes que ante la realidad que hoy se está sintiendo y amenaza el futuro se organice el espíritu y la inteligencia, para que el sufrimiento y la ansiedad no invada el planeta. Repasar la historia es una opción útil que puede llevar a conclusiones que enseñen y prevengan las tragedias personales y colectivas. Es una vacuna psíquica emocional.

Es cierto que el pez grande se come al chico en el río revuelto y es el espectáculo presenciado ahora. Las consecuencias económicas del coronavirus exigen acciones de “salud” orientadas a evitar que el proletariado desaparezca o, a raíz de su dolencia, evitar que se subleve y arremeta a los patrones. Promover la paz.

Conviene recordar teorías alusivas a los temas que se aluden: las de  Adam Smith, -1776- defensor del aliento de los empresarios a quienes hay que proteger para que, supuestamente, ayuden a sus empleados ; o las de John Maynard Keynes , surgida en 1930 después de la primera guerra mundial (ahora estamos en la tercera), alimentando una democracia económica,  conjeturas heredadas de  los Estados de Protección Social que en  1060 impulso Wang Anshi,  enseñando que la autoridad  debería tomar  la gestión del comercio, la industria y la agricultura en sus propias manos, con el fin de ayudar a las clases trabajadoras e impidiéndoles ser molidos en el polvo por los ricos .

Keynes en su instante dijo: “Estamos siendo afligidos por una nueva enfermedad, de la cual algunos lectores tal vez no han escuchado el nombre, pero de la cual escucharán a gran escala en los años por venir - desempleo tecnológico.”.

Esta lección el adagio popular la sintetiza manifestando: el rico hace lo que quiere; el pobre, lo que puede. Esa es la práctica que ahora se ve. Si el rio suena piedras lleva y esas son, sin lentes, las que se ven en esta tragedia que se repite. Las pandemias de la historia son una sentencia que se repite, pues en derecho se dice que las sentencias proferidas no se revocan y lo que ahora se vive es el fenómeno del planeta que se reitera según la teoría de los ciclos humanos. Laureano Gómez contó lo ocurrido en 1918.