Los índices de criminalidad preocupan en la Unión Americana, pues las bajas tasas de moralidad han disparado, en los últimos decenios, los incrementos de las actividades criminales.
Las cifras realmente sorprenden. El 35 % de los blancos en prisión relatan que, en cualquier momento de sus vidas han sido rechazados, al igual que el 75% de la población negra que duerme tras las rejas.
El misionero norteamericano Albert Luepnitz, -quien ejerce ministerio en cárceles en La Florida-, sostiene que tales estadísticas indican que los individuos que ese país ha encarcelado, han sufrido rechazos, ya sea desde el vientre materno o en la infancia, en las escuelas, en universidades o lugares de trabajo; es decir, en cualquier etapa existencial. “Opera sanidad interior cuando se pide perdón al Nazareno, a los demás y se perdona asimismo”, concluye.
Primeramente, el menosprecio conduce a la rebeldía. Así quienes padecen conflictos prosiguen confrontando con los niveles de autoridad hasta llegar a conseguir condenas propias de la infracción legal.
El fenómeno se incrementa cada vez más. Antes de 1970, en USA, se respetaba a los padres en casa, a los compañeros en clase y a los vecinos. El comportamiento cambió para mal, dramáticamente, en las décadas posteriores. Se esfumó la práctica de los valores y la ética consagrada en sus orígenes escriturales.
La situación de los rechazados cobra evidencia cuando afloran sus males interiores y agrede a los demás, incluyendo a su pareja, física y verbalmente y, por último, finiquita la tarea quebrantando las normas. Hay insatisfacción y dolor. Debe reinar el perdón y la reconciliación.
Este padecimiento social también ocurre en Colombia. Jóvenes rechazados que se arraciman en los estadios, por ejemplo, desfogan su represión acuchillando a hinchas de un equipo rival e inclusive a sus compañeros.
Entiéndase por rechazo el proceso y la consecuencia de resistir, negar o refutar. La persona manifiesta o concreta el rechazo hacia algo o alguien, cuando deja en evidencia que no lo acepta o tolera.
En el interior de una persona rechazada germinan múltiples rebeldías; verbigracia, ejercita un comportamiento de resistencia o desafío a la autoridad, la desobediencia de una orden o incumplimiento de una obligación. Es más, rebeldía, en el contexto judicial, es el "estado procesal de quien, siendo parte en un juicio, no acude al llamamiento que le hace el juez o deja incumplidas las normas del mismo."
Producido el rechazo se experimenta la rebelión. Luego aparece como consecuencia la retaliación. A manera de castigo se toma venganza como respuesta a la agresión. Evitamos el proceso con el verdadero perdón.
Toda actitud de rechazo a otros genera conflictos interpersonales. El rechazado más tarde se irá en contra del orden y la sociedad y posteriormente terminará en una prisión en busca de una resocialización que, por ese medio, jamás alcanzará. Busquemos en Colombia raíces de los conflictos y encontraremos este proceso: rechazo deriva rebeldía y esta conduce a la retaliación, inevitablemente. ¡Cuidémonos de rechazar a propios y extraños!
Jorgecast06@yahoo.com