La belleza
Cuenta Mario Satz (La Abeja del Rey Salomón, Integral, Barcelona, 2007) que “Salomón fue a ver a su valiente y hermoso faisán de la India y le interrogó: -Y para ti, querido amigo ¿qué es la belleza? El ave dio unos pasitos cortos, bajó y subió la espléndida cabeza, y respondió: -No lo sé, majestad. No la he visto nunca”.
Yo sí la he visto en un cielo estrellado que surca una estrella fugaz, en una luna llena, en un volcán en erupción, en un témpano de hielo en Groenlandia, en un amanecer en la llanura o en un atardecer en el mar; la he visto en un colibrí que ronda una flor, en una leona que caza, en un majestuoso búfalo africano, en un zorrito que juega con un hueso, en un águila real y en los pececillos que nadan en un coral; también en una rosa que apenas asoma desde su rosal o en una orquídea, en un pinar en invierno, en un naranjo cargado, en un cultivo de girasoles; hay belleza en un bebé que sonríe y en su madre que lo amamanta; en la Pietá y El Pensador y en las Madonas de Rafael; en las ruinas de Éfeso y del Partenón; en la catedral de Colonia y en Notre-Dame de París; en la balsa muisca y en el poporo quimbaya; en un poema de San Juan de la Cruz, de Silva o Barba-Jacob y en una página de la Historia de un Alma de Santa Teresita o de las Memorias de Etty Hillesum; en el Stabat Mater gregoriano, en las Cuatro Estaciones de Vivaldi, en la sinfonía Praga de Mozart, en la Sexta de Beethoven, en la Octava de Mahler o en las obras corales de Orff.
Pero, sobre todo, hay belleza en el fondo de mi alma donde habita el que creó toda la belleza. Y por eso digo con San Agustín: “Te he amado demasiado tarde ¡oh Belleza siempre antigua y siempre nueva! Te he amado demasiado tarde”.
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Coda uno. Luis Rafael Vergara Quintero es un magistrado del Consejo de Estado que fue ponente en una decisión que suspendió provisionalmente una circular de Colpensiones en la que ésta aplica la decisión de la Corte Constitucional, en sala de conjueces, que puso un techo de 15 millones a las pensiones de magistrados y congresistas. Repugna la falta de pudor de tan importante tribunal que adopta sin declararse impedido y sin siquiera ponerse colorado una decisión que claramente lo favorece.
Coda dos. Respeto por honestidad y trayectoria a Rafael Pardo, alcalde encargado de Bogotá. Sin embargo, creo que en dos semanas no pueden haberse completado los estudios para poner peaje en las calles de Bogotá, un modelo que en Londres gastaron mucho tiempo en adoptar. En otras ciudades, como Santiago de Chile, hay peajes en autopistas urbanas. Pero ese no es el caso de Bogotá donde el problema de la congestión no es la falta de vías sino de autoridad.